jueves, 4 de octubre de 2012

FRAY ALEJANDRO RECIO VEGANZONES


NUNCA TE OLVIDAREMOS

Hoy, 4 de octubre, es fiesta de San Francisco de Asís. A los grandes santos siempre parece que no se les puede conocer... Vivieron en tiempos remotos, parecen muy lejos de nosotros, como si nunca pudiéramos hacer otra cosa que leer sus vidas y milagros y lamentarnos de no poderlos conocer personalmente, tratarlos, comernos con ellos el pan, conversar con ellos, pasear con ellos... Sin embargo, eso no es así. A los grandes santos, a los grandes fundadores como a Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís los podemos conocer en sus hijos, cuando sus hijos son dignos del Padre Fundador. A nosotros no nos compete decir quién es y quién no es santo... Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, pero lo que sí sabemos es que conocimos a un franciscano, a un verdadero hijo de San Francisco de Asís y que, a través de él, nos iluminó la lumbre de amor y sabiduría que encendió el santo italiano allá en la Edad Media y que, atravesando los siglos, todavía alumbra y vivifica.

Era una mañana de hace muchos años. Buscábamos un manuscrito inédito del siglo XVIII y tuvimos la feliz idea de pasarnos por el Colegio de San Antonio de Padua de Martos; pensábamos que, al haber allí franciscanos, alguno de ellos nos podría orientar, puesto que el manuscrito que buscábamos lo había escrito un franciscano de Torredonjimeno del siglo XVIII. El hermano portero, fray José María, hermano lego de la comunidad nos abrió la puerta y nos preguntó lo que queríamos. A su demanda le comentamos que queríamos hablar con el profesor de Historia del Colegio. Nos dijo sencillamente: "Síganme...". Nos hizo pasar por el patio de recreo y nos llevó a lo que parecía un gimnasio. Abrirse las puertas y creer que uno estaba soñando fue lo mismo: aquello que pensamos que era un gimnasio no era tal... Era un museo arqueológico donde se custodiaban en sus vitrinas esculturas, monedas, falcatas, urnas cinerarias, vestigios de un esplendoroso pasado. Entramos admirándonos de todo aquello, pero sin poder detenernos, el hermano Jose María iba a paso ligero y nos urgía: "Síganme...". Y allí, en un gabinete de aquel museo tan discreto estaba sentado a su mesa de escritorio fray Alejandro Recio Veganzones. Nos miró por encima de las gafas que a horcajadas tenía en la punta de su diminuta nariz. Era un anciano venerable, con una Cruz Tau en la solapa de su chaqueta.

Así, más o menos, fue como conocimos a Fray Alejandro Recio Veganzones, O.F.M. y a partir de ese día supimos que habíamos encontrado a un maestro. Su aliento nos impulsó siempre adelante... Nuestro maestro, nuestro cura del alma, nuestro amigo del corazón murió el mes de octubre del año 2005. Y, desde el cielo, sabemos que podemos contar con su intercesión, pues como él decía... "No era otra cosa que Otro Fraile Más" (O. F. M.: Ordo Fratrum Minorum).

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