martes, 4 de junio de 2013

FRANCESC MARTÍ SOLÉ: UN BUEN HOMBRE


El sargento de transmisiones del Ejército de la República, Francesc Martí Solé

EL MILICIANO QUE TRATABA DE SALVAR VIDAS DE SACERDOTES






En las peores tragedias que viven las sociedades -como son las guerras- sobresalen de entre las muchedumbres zarandeadas y zarandeadoras, aplastadas y aplastadoras, algunos monstruos que parecen salidos del mismo infierno: individuos sin escrúpulos que, arropados bajo una bandera (sea ésta la que sea) aprovechan la confusión y el terror para ajustar cuentas personales, para abusar de los más débiles que están bajo su arbitrario poder temporal, para humillar y ofender a sus presuntos enemigos, para lucrarse sin remordimientos, robar y matar... Desencadenando todo lo peor que alberga el corazón humano. Como todos sabemos, eso ocurrió en incontables ocasiones durante nuestra guerra civil de 1936-1939. 

Sin que faltaran excesos en las dos zonas, lo que caracterizó a la retaguardia de la zona republicana (también llamada "frentepopulista" o "roja") fue el exterminio sistemático que se llevó a cabo sobre amplios sectores sociales que eran considerados como "enemigos de clase". Entre esos sectores objetivo del Holocausto destaca como uno de los más afectados el clero católico (obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas, también seglares tachados como "clericales" fueron perseguidos, torturados y masacrados en masa o de modo individual). 

La versión recientemente popularizada que trata de instalarse en la opinión pública (a saber: que el Frente Popular defendía un gobierno legítimamente constituido y, por lo tanto, era garante de la democracia) es una mentira histórica si no se dice, de antemano, que el Frente Popular aprovechó la guerra civil que estalló el 18 de julio de 1936 para desarrollar todo un proceso revolucionario que tenía la violencia y el genocidio de determinadas clases sociales como medios para conseguir su "paraíso en la tierra", esto es la república popular y soviética de España. Otra cosa es engañarse acomodaticiamente por medio de propaganda ideológica inadmisible. Fueron las posiciones más extremas las que se impusieron en una y otra zona, y los republicanos que pudiéramos considerar democráticos (y de tendencia moderada) habían desaparecido del escenario político mucho antes de 1936. Dicho esto (pues nos parece de todo punto importante, para no dejarnos engañar por la propaganda ideológica) queremos con este artículo apartarnos de la versión tendenciosa de la historia que por sectarismo (bien de la derecha o de la izquierda) pretende que pensemos en blanco y negro, en buenos y malos según el bando al que se perteneciera y en el que se combatiera, pues con ese simplista esquema maniqueo solo puede contentarse a los imbéciles de un extremo o del otro.

En la Plaza de la Victoria, en lo que era antiguo Convento de la Victoria, se ubicaba el Cuartel de las Milicias, donde recibió el nombramiento de sargento de transmisiones el catalán Francesc Martí


Torredonjimeno, en el escenario que abrió el conflicto bélico, ocupó por su situación geográfica una posición estratégica de mucha consideración, siendo un nucleo importante en la retaguardia roja durante casi todo lo que duró la contienda. Eso explica que muchísimas tropas del ejército de la república transitaran por nuestra localidad, procedentes de los más apartados rincones. Algunos incluso han llegado a decir que el que luego sería dictador comunista de Yugoslavia, el famoso Mariscal Tito, Josp Broz, alias "Tito" (1892-1980) llegó a residir durante un tiempo impreciso en Torredonjimeno, en su condición de miembro de las Brigadas Internacionales. Pero todo es una leyenda y a falta de documentación, nosotros preferimos apuntarlo a título de episodio de la chismografía histórica. De quien sí tenemos constancia de su paso por Torredonjimeno fue de un miliciano catalán, cuyo nombre y apellidos no figuran entre los rimbombantes nombres más conocidos de la historia, pero que por su calidad humana vamos a referir.

Se trata de Francesc Martí Solé. Francesc residía en el pueblo tarraconense de Castellvell del Camp y en dicha localidad ocupaba el muy importante cargo de jefe del Comité Revolucionario. Hombre de convicciones políticas de izquierdas, se alistó en mayo de 1937 como voluntario a las milicias y estuvo acuartelado en el Parque Samà (Cambrils) hasta que, tras su etapa de instrucción, su unidad fue destinada al frente de combate. Con 24 años vino al frente de Jaén y combatió en Porcuna. Fue en la Comandancia del Batallón, que estaba en Torredonjimeno, donde fue nombrado con el grado de sargento de transmisiones.

Se integró más tarde a la 45 División, 139 Brigada, 3º Batallón, 3ª Compañía y en febrero de 1938 destinaron a su División al Frente de Aragón, acuartelándose en Caspe. Fue de los que se vió envuelto en el fenomenal desaguisado de la Batalla del Ebro donde tantos republicanos murieron al cruzar el río y no pocos por la sencilla razón de no saber nadar. Se incorporó, una vez reorganizada su unidad y, por méritos de guerra, estuvo a punto de ser nombrado teniente. Al término de la guerra civil, Francesc Martí Solé fue uno de esos republicanos que tuvieron que traspasar la frontera de Francia, para sufrir los maltratos que padecieron nuestros refugiados republicanos en los campos de concentración donde los confinaron las autoridades francesas.
Retrato de juventud del párroco de Castellvell del Camp, Mosén Joan Compte Plana, martirizado el año 1937

Hasta aquí, la historia de Francesc es muy parecida a la de muchos milicianos que, por sus convicciones políticas, se vieron involucrados en una guerra civil. Lo que destaca de Francesc es uno de los episodios que transcurren en lo que Unamuno llamaba intrahistoria. Francesc era jefe del Comité Revolucionario de Castellvell del Camp. Durante su estancia en su pueblo natal, Francesc salvó la vida de muchas personas reputadas como derechistas, entre esas personas figuraba el párroco del pueblo, Mosén Joan Compte Plana.

El Reverendo Padre Joan Compte Plana había nacido el 26 de febrero de 1877 en Valls (Alt Camp, Tarragona).  Cuando estalló la guerra civil era cura rector de Sant Vinceç (Castellvell del Camp). Fue detenido el 28 de febrero de 1937 por una brigada anarquista que, bajo la falsa identidad de policía, le pidió que lo acompañaran para declarar en la Prefectura de Policía. El anciano párroco no llegó a la Prefectura de Policía, pues fue martirizado y su cadáver fue hallado en una fosa abierta de Cerdanyola. Mosén Joan Compte tenía 60 años. Antes de ser apresado por los anarquistas, su vecino, el jefe del Comité Revolucionario, el tal Francesc que más tarde sería nombrado sargento de transmisiones estando en Torredonjimeno, alertó en muchas ocasiones al párroco para que se escondiera y pusiera a salvo su vida, sobre todo cuando por el pacífico pueblo se dejaban caer los milicianos del Comité Revolucionario de Reus, comandados por los criminales políticos más curtidos, disciplinados por los comisarios políticos soviéticos. Cuando Francesc no pudo contener la presión del Comité Revolucionario de Reus, Francesc convenció al párroco para que abandonara el pueblo. Francesc decía que "aquel sacerdote le caía bien". No pudo salvarle la vida al cura, pero hizo todo lo que estuvo en su mano por salvarlo. Por su martirio está abierto el proceso de beatificación de Mosén Joan Compte Plana.

Son estas las historias humanas que demuestran que, además de esos monstruos sedientos de la sangre del prójimo, también en las tragedias colectivas, además de aparecer lo peor del hombre, aparece con fuerza lo mejor: la compasión, la piedad y el amor al prójimo, aunque no se compartan las mismas ideas. Con esa imagen queremos quedarnos, con la imagen de un miliciano tratando de salvar la vida de un anciano sacerdote que no había hecho daño a nadie. Y ese miliciano estuvo en Torredonjimeno, su nombre es Francesc Martí Solé y falleció hace poco.

Este artículo está dedicado al buen nombre de este hombre de bien y en homenaje de todos los milicianos que, lejos de cometer crímenes contra la humanidad, mostraron en su conducta que los principios morales estaban por encima del envilecedor adoctrinamiento ideológico.

Manuel Fernández Espinosa

NOTA EXPLICATIVA SOBRE LA FUENTE: Esta semblanza de Francesc Martí Solé está en deuda con una modesta, pero muy digna publicación parroquial, realizada en la Parròquia Sant Vicenç Màrtir, de Castellvell del Camp. Estas hojas parroquiales se encuentran escritas en su mayor parte en catalán y están dedicadas completamente a ilustrar la personalidad y las circunstancias del Siervo de Dios Mosén Joan Compte. Es en el número 13 de esta colección de hojas parroquiales donde encontré la referencia documental que situaba a Francesc Martí Solé en Torredonjimeno, lo cual fue una grata sorpresa para mí.

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