lunes, 16 de septiembre de 2013

LAS DOS ESPAÑAS PUDIERON RECONCILIARSE EN JAÉN

Bernardo López García
 
Dedico este artículo con toda mi más cordial simpatía a los miembros de la Asociación IBERIA CRUOR, digna heredera de la mejor tradición patriótica que nos legaron los republicanos de la izquierda patriota y los integristas de la tradición católica y nacional.

 
 
“[El republicanismo español del siglo XIX] Ha absorbido durante un siglo lo principal de la vida pública española. Reunió bajo su bandera lo mejor, lo más honrado y ejecutivo del pueblo; tribunos como Castelar, conciencias como la de Pi y Margall, bastan para honrar a una época y a una nación. De la probidad republicana española quedan infinitos testimonios. Todavía es típico el ejemplar del republicano federal, frecuente en muchas provincias, arca de austeridades y de convicciones espartanas. La fuerza ideal, la aspiración moral del republicanismo español, son datos históricos que ningún escéptico puede considerar sin respeto”.
"La afirmación española", José María Salaverría
LAS RELACIONES ENTRE EL REPUBLICANISMO FEDERALISTA Y EL INTEGRISMO CATÓLICO EN JAÉN
 
 
 POR MANUEL FERNÁNDEZ ESPINOSA


BERNARDO LÓPEZ, LA POLÍTICA POÉTICA 
El 11 de febrero de 1873, ante la ingobernabilidad de la efervescente España surgida de la Revolución de 1868, Amadeo I de Saboya abdicaba, despidiéndose del trono de España en estos términos:
“Estad seguros de que al desprenderme de la Corona no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía”.
En la noche de ese mismo 11 de febrero, reunidas las Cortes, se proclamaba la I República Española. Antes de verificarse, Estanislao Figueras contenía a una muchedumbre revolucionaria que se había agolpado a las puertas del Congreso demandando la República: era la masa afiliada al Partido Republicano Democrático Federal, al que se había alistado el pueblo en la esperanza de ser exonerado de las fatales levas militares conocidas como “quintas” que, como una maquinaria trituradora absorbía a los mozos de las clases populares para despacharlos a la muerte, en las guerras de ultramar (Cuba) o peninsulares (contra los carlistas), que nunca faltaban en aquellos tiempos tan revueltos. Figueras, uno de los conspicuos miembros del republicanismo federal, se dirigió a las turbas con el patetismo característico de los tribunos de la plebe:
“Tened confianza en nosotros, porque yo os juro, en nombre de mis compañeros, que los diputados federales saldremos de aquí o con la república federal triunfante, o muertos”.
Los republicanos federales salieron triunfantes y Estanislao Figueras sería nombrado Primer Presidente del Poder Ejecutivo de la I República española el 12 de febrero. Presidente efímero de una República breve, pues Figueras ocuparía la más alta magistratura del Estado del 12 de febrero al 11 de junio de ese mismo año.
Uno de los militantes más pugnaces del republicanismo federal español, camarada de esos que salieron con la flamante I República proclamada en 1873, había muerto poco menos que tres años antes. Se trataba del poeta y federalista jaenero Bernardo López García que, cual un precoz Moisés de 31 años, había podido ver la tierra de promisión de una República Federal, pero una tisis rápida, la enfermedad romántica del siglo XIX, le impidió poner el pie en el suelo sobre el que sus conmilitones implantaron la utopía tanto tiempo acariciada por el grupo político. El 16 de noviembre de 1870 Bernardo López García era enterrado en un nicho del cementerio general madrileño, el de la puerta de Fuencarral. El cura que le había dado el último responso se llamaba D. Enrique Genadio Gorjon, Teniente mayor de Cura de la matritense iglesia de San Marcos. Bernardo López había fallecido el día anterior en la calle del Portillo, número 9. Tenía 31 años, pero era sobradamente conocido por la “Oda al 2 de mayo”:
“Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón.”
La muerte le sorprendió en Madrid, pero Bernardo López era conocido en su ciudad natal, Jaén, así como en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, en cuyos clubes políticos, plazas y tribunas escritas y orales, había estado propagando con sus fervorosos discursos el programa ideológico del republicanismo federal. Si hubiera vivido unos años más, hubiera podido ver con sus ojos el triunfo de sus correligionarios en aquel mes de febrero de 1873.
Bernardo López García había nacido en la capital del Santo Reino de Jaén el 11 de diciembre de 1838. Su padre era D. Fernando López Martínez, natural de Vélez-Málaga, y su madre era María de la Presentación García Hernando, oriunda de Burgo de Osma, en tierras de Soria. El padre de Bernardo López García tenía un obrador para teñir pieles que se destinaban a la industria del calzado. Por eso mismo, cuando bautizan a Bernardo en la parroquia del Sagrario, con los nombres de Bernardo Dámaso de la Santísima Trinidad, actúan como testigos Antonio Núñez y Francisco Gómez, ambos zapateros y buenos compadres de Fernando, que les surtía del material de su obrador. Bernardo era el segundo de los seis hijos del matrimonio que vivía en la Calle Maestra Baja, número 16. En 1849 inicia Bernardo el bachillerato en el instituto provincial de Jaén, posteriormente pasa al Colegio de San Bartolomé y Santiago de Granada, donde cursa Leyes. Pretendió continuar la carrera de Derecho en la Universidad Central y se trasladó a Madrid corriendo el año 1858. Es aquí donde se trunca su carrera de Leyes, pues Bernardo deja de asistir a las clases de Derecho, para seguir las lecciones de Literatura y de Historia, pasar el tiempo en la Biblioteca Nacional leyendo los libros que no puede comprar por falta de dinero, frecuentando las tabernas y los toros, las redacciones de los periódicos revolucionarios y formando parte de una selecta y clandestina escuela de pensamiento, la que ha formado el filósofo catalán Francisco Pi y Margall en su vivienda de la calle del Desengaño. Alrededor del intelectual catalán se arracima la juventud más inconformista e inquieta de aquella hora. En el discreto ámbito doméstico Francisco Pi y Margall ha reunido a estudiantes y literatos ante cuyos ojos, con la vastísima cultura que ha acumulado, despliega la filosofía de Hegel, de Proudhon, combinando sus lecciones privadas con temas sociales, económicos, incluso de Historia de las Bellas Artes. Bernardo López es uno de aquellos discípulos del sabio y revolucionario catalán.
 
Francesc Pi i Margall, el filósofo y el ideólogo
 
 
EL CÍRCULO ÍNTIMO DE PI Y MARGALL: LA ESCUELA DE PENSAMIENTO DE "LA CALLE DEL DESENGAÑO"
"Se consagró entonces a dar lecciones de política y de economía. En su modesta habitación de la calle del Desengaño reuníase lo más ardiente, lo más entusiasta, lo más puro de la juventud democrática, que ha constituido después la fibra del partido republicano". (La Ilustración Española y Americana, semblanza de Francisco Pi y Margall, febrero de 1873). 
 
Pi y Margall había nacido en Barcelona en 1824. Era hijo de una modesta familia que trabajaba en el sector textil, pero a pesar de sus pobres recursos la familia no escatimó medios para darle estudios a aquel niño aplicado que a los siete años había empezado su formación en el seminario, pero que, al no mostrar ninguna vocación religiosa, abandonaría los estudios religiosos para incorporarse a la universidad, donde cursó Filosofía y Leyes, pagándose los estudios con el dinero que se granjeaba dando clases particulares. En 1847 Pi y Margall se traslada a Madrid donde compagina sus clases particulares con una labor literaria en varios periódicos nacionales. Pi y Margall se ocupa de Historia del Arte, temática que parece remota a la preocupación política, pero que a partir de 1851 le acarreará no pocos disgustos a cuenta de la obra titulada “La historia de la pintura”, donde Pi y Margall no ahorra sus invectivas contra el cristianismo y la Iglesia católica. En 1848 se ha redoblado la revolución, aunque a este lado de los Pirineos es sofocada por la firmeza de Narváez, el espadón de Loja. Pi y Margall ha estudiado la filosofía europea y está elaborando su propio sistema filosófico en el que no hay espacio para el Dios de los cristianos. Pi y Margall será el verdadero ideólogo del republicanismo federal.
El republicanismo español puede remontarse a 1820 cuando otro catalán, Ramón Xauradó y Fábregas, lanzó por vez primera la propuesta de una República Federal. En 1832 había publicado sus “Bases de una constitución política”. Xauradó, partícipe en un levantamiento que tuvo lugar en Barcelona, fue fusilado en 1837. Pi y Margall será el heredero de ese legado revolucionario. Pero en la mente de Pi y Margall el federalismo adquiere un rigor mucho más filosófico a la vez que revolucionario. Pi y Margall piensa que la verdadera España está oprimida por el poder político y corrupto que impide el libre y pacífico desarrollo de sus capacidades. Para eliminar los males que sufre España el catalán piensa que hay que aplicar un método revolucionario consistente en descomponer en sus expresiones más simples la falsa unidad nacional, impuesta por las castas que ejercen su implacable poder político sobre el “pueblo eterno” (España), para en un segundo momento recomponer sintéticamente esa unidad mediante alianzas (“pactos signalagmáticos, conmutativos y bilaterales”): es la federación. “Dividiré y subdividiré el poder, lo haré cambiable y conseguiré destruirlo” –escribe en “La reacción y la revolución”, del año 1854. Como tributario del pensamiento de Proudhon, el pensamiento de Pi y Margall prefigura el anarquismo.
 
Éste es el universo ideológico en que se desarrollan las inquietudes políticas del poeta de Jaén, Bernardo López, el autor de la patriótica “Oda al 2 de mayo”.
 
En 1854 Bernardo López se encontraba en Madrid y colaboraba con los periódicos “La Discusión”, órgano de prensa del partido republicano, “La América” y “El eco del País”. Pero aunque vive en Madrid, regresará a Jaén a principios de la década de 1860. Así es como pronunciará su “Discurso sobre la poesía” en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Es también en Jaén donde se casará con María del Patrocinio Padilla Ortega, el 18 de enero de 1864, y quien los casará será el Presbítero Canónigo Lectoral de la Catedral, el Doctor Manuel Muñoz y Garnica, amigo de Jaime Balmes y de Bernardo López. Patrocinio fallece tres años después de la boda, dejándole a Bernardo una hija: María de la Aurora López Padilla. En 1867, en vísperas de la Revolución de la Gloriosa que expulsará de España a la nefasta Isabel II, Bernardo publica su libro de poemas: “Poesías”. Deja a su hija al cuidado de la familia política y marcha a Madrid, donde reanuda una febril actividad republicana, la misma que le trae de nuevo a Jaén, Córdoba y Sevilla, pero ya de manera esporádica y en campaña política; pues a principios del año 1870 Bernardo López ha sido designado Candidato por el Comité provincial del partido republicano.
El republicanismo de Bernardo López es un republicanismo sincero, su federalismo también lo es, pero a diferencia de muchos de sus correligionarios, en su poesía resuena una auténtica raíz religiosa, de signo católico que no oculta el poeta y que defiende incluso contra los propios compañeros de partido, más propensos a la irreligión y el anticlericalismo. Lo cierto es que Bernardo López fue un hombre de ideas sociales avanzadas, de una izquierda proto-socialista no-internacionalista, republicana, federalista y patriótica, precursora de lo que más tarde sería el anarquismo (que, precisamente a través de los clubes republicanos federalistas, fue como penetró en España -en Cataluña y Andalucía- de la mano de Fanelli, emisario de Bakunin), el socialismo marxista (“Karlista” se decía en la época) y hasta del nacionalismo catalán de Valentí Almirall: el federalismo era un magma del que cristalizarían grupos políticos muy diversos. Pero Bernardo López, hombre de profundas convicciones federalistas, que incluso había sido del círculo de formación más íntimo de Pi y Margall, que había participado en conspiraciones republicanas y que personalmente también había combatido en las barricadas revolucionarias, exponiendo su vida, nunca renegó de su fe católica y, tal y como el resto de su camaradas de partido, hacía gala de un fervoroso patriotismo hispánico.
Doctor Manuel Muñoz y Garnica
Creemos que para explicar esta singular rareza en el campo republicano federalista que constituye la figura de Bernardo López sería muy conveniente realizar un estudio a fondo sobre la documentación que pueda conservarse todavía y que nos pueda ilustrar mejor la relación que mantenía Bernardo López con el más arriba referido Dr. D. Manuel Muñoz y Garnica, un contra-revolucionario enigmático envuelto en una aureola de incógnitas y una de las personalidades del Jaén del siglo XIX más interesantes. Esta relación está por estudiar y podría en gran medida servirnos para dilucidar lo que hubiera podido ser la reintegración de las posturas que por costumbre se entienden multisecularmente enfrentadas: hay datos para afirmar que en el Jaén de la segunda mitad del siglo XIX, eso que se viene llamando las “Dos Españas” (las que comúnmente han sido entendidas como irreconciliables y vienen llamándose respectivamente “reaccionaria” y “revolucionaria”) pudieron llegar a una fecunda colaboración. Y ello fue posible por los herederos ideológicos de Bernardo López y de Manuel Muñoz Garnica. Y vamos a demostrarlo muy resumidamente.

LAS CAMPAÑAS DE EXALTACIÓN DEL POETA BERNARDO LÓPEZ REALIZADAS EN JAÉN
La calidad poética de la famosa “Oda al 2 de mayo” de Bernardo López no explicaría por sí misma, con todo su estro poético y altos vuelos inspirados, el éxito que este poema patriótico tuvo en toda España. Uno de los factores que más contribuyeron a la difusión de la “Oda al 2 de mayo” de Bernardo López fueron los sectores tradicionalistas de su Jaén natal.
En efecto, a principios del siglo XX será en los ámbitos político-culturales del tradicionalismo integrista de Jaén en donde se realice una eficaz labor de difusión de la “Oda” y de la figura del vate republicano, mediante una serie de iniciativas que serán secundadas por todos los sectores sociales y políticos de la capital del Santo Reino de Jaén.
La idea de homenajear al poeta federalista parte del diario tradicionalista “El Pueblo Católico”, como así consta en una nota que publica “Don Lope de Sosa” en 1913. Pero con anterioridad, fue el periodista satírico Eduardo Claver, yerno de Bernardo López, el que reunirá a eminentes hombres de la cultura y de la política provincial para trasladar los restos mortales del poeta, enterrado en Madrid, a su patria natal. Eduardo Claver, casado con Aurora López Padilla, la única hija del poeta, residía en Jaén, donde era profesor en la Escuela Normal y director del periódico “El Chirri”, periódico humorístico que comenzó su andadura en 1883 y que, según hacía constar: “se publica cuando se puede…”. En 1899 , el yerno de Bernardo López lanza un envite a la capital provinciana desde las páginas del periódico “La Unión”, reclamando que la ciudad haga un esfuerzo para hacer retornar los restos mortales de su suegro. La invitación es recogida por las “fuerzas vivas” y el político aristócrata D. José del Prado y Palacio, esposo de la tosiriana doña María Teresa Fernández de Villalta y Coca, el poeta Almendros Aguilar, el cronista de la provincia D. Alfredo Cazabán Laguna y otros conspicuos líderes culturales y políticos realizan, con Eduardo Claver, las gestiones pertinentes que efectuarán el traslado de los restos mortales del republicano federalista a Jaén, con todos los honores y en loor de multitudes. Exhumado el cadáver, se le velará y será transportado en el tren correo de Andalucía, acompañado por el séquito fúnebre, compuesto de destacadas personalidades y que llegará a la estación de Jaén el día 28 de julio de 1899. Será todo un acontecimiento que concitará la expectación de todo el pueblo jaenés. Tras los funerales solemnes, el féretro del poeta será llevado en una procesión cívico-religiosa al Cementerio de Jaén, para ser depositado en un panteón erigido al efecto por el artista Tomás Cobo.
El regreso de los restos fúnebres de Bernardo López fue una apoteosis, pero con ello no cesó la ciudad de honrar la memoria del republicano federal. Cuando Alfonso XIII visita Jaén en mayo de 1906, inaugurará un monumento levantado al bardo Bernado López en la Plaza de San Francisco: es un busto escultórico obra de Jacinto Higueras y sufragado por suscripción popular que apoyaba la Diputación y el Ayuntamiento de Jaén.
Son todos los sectores de la ciudad los implicados en homenajear anualmente al poeta del 2 de mayo. Y los que más empeño ponen serán los tradicionalistas que, desde “El Pueblo Católico”, insisten en celebrar cada 2 de mayo la memoria del poeta. “El Pueblo Católico”, diario integrista nocedaliano, había sido dirigido por Don Emilio Mariscal Mendoza desde 1893 a 1896. Más tarde, cuando se emprende la campaña de exaltación de Bernardo López, al frente de "El Pueblo Católico" está el poeta y periodista tosiriano D. Francisco de Paula Ureña Navas. Llama la atención que precisamente sea el grupo integrista el que más ponga de su parte para avalar y afirmar tenazmente el recuerdo del poeta federalista, pero a la vez constituye una muestra magnífica de solidaridad patriótica que arrincona todo sectarismo en pro del Bien Común, siempre superior.
D. Francisco de Paula Ureña Navas, director de "El Pueblo Católico".

La elite cultural de Jaén afirmará y reafirmará constantemente el orgullo que siente por el compatriota Bernardo López. Así lo ponen de manifiesto las campañas cívico-culturales que se suceden a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX en Jaén. “Don Lope de Sosa” lanza en julio de1919 la campaña para colocar una lápida conmemorativa en la casa donde nació el poeta, coronándose todos los esfuerzos por suscripción popular también. El ubetense Fermín Vegara Peña que residía en Madrid emprenderá a su vez la campaña que, tras algunas gestiones, dará como resultado que la casa madrileña donde falleciera el poeta ostentase otra lápida conmemorativa que recordara a Bernardo López: los oficios de los jaeneros en Madrid (sin olvidar la influencia política del Marqués del Rincón de San Ildefonso, D. José del Prado y Palacio) no sólo lograron poner la placa en la casa madrileña, sino que la calle del Portillo terminó perdiendo ese nombre para adquirir, en el callejero madrileño, el nombre de “Bernardo López”. Vemos, pues, que los jaeneros persistieron en celebrar la memoria del poeta del 2 de mayo y que, prescindiendo de diferencias políticas, todos cerraron a una para exaltar al poeta jiennense cuyas ideas republicanas y federalistas no fueron nunca obstáculo para concitar la admiración de sus compatriotas más tradicionalistas.
Actualmente, la estatua de Bernardo López sigue erguida en Jaén, aunque su obra y su figura son prácticamente desconocidas. Sin embargo, una asociación cultural de jóvenes patriotas ha tributado y tributa honores públicos a Bernardo López en la mejor tradición de la que hemos dado cuenta brevemente aquí. Esta asociación es IBERIA CRUOR y su sede sociocultural ostenta el nombre y apellido de “Bernardo López”, orgullosos herederos de una tradición patriótica que venera la egregia figura de uno de los más grandes poetas que ha dado Jaén.
 
Falta mucho que decir todavía de Bernardo López.

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