lunes, 21 de julio de 2014

TORREDONJIMENO CITADA POR EL ESCRITOR Y PERIODISTA VIENTE DÍEZ DE TEJADA

"Caratula de libro y foto del autor D. Vicente Diez de Tejada"

TORREDONJIMENO CITADA POR EL ESCRITOR Y PERIODISTA VIENTE DÍEZ DE TEJADA

Luis Gómez

Traemos en esta ocasión una entrada, cuando menos curiosa. Se trata de una mención en la prensa de principios de siglo realizada por parte del gran periodista y escritor que fue D. Vicente Díez de Tejada[1].
El escrito se enmarca dentro del género de relatos cortos que los periodistas realizaban en la prensa decimonónica. En este caso, el autor narra la conversación que mantienen una madre y su hija en relación con las amistades, y dentro de la moral de la época, el cómo se ha de diferenciar entre lo que son murmuraciones o chismorreos y las verdaderas habladurías, las cuales dan lugar a “la falta de caridad, y por lo tanto al pecado” como sugiere el autor en el texto.
Para poder construir su historia, D. Vicente nos habla de dos tías de la joven protagonista, y de sus amigas. A una de ellas, con sobrenombres inventados (a la tosiriana la apoda Longitud) la hace oriunda de nuestra localidad.
El texto en sí no merece más interés, pero si es de destacar, que nuestra localidad, en esas fechas tan tempranas del siglo XX, era más conocida de lo que nos solemos suponer por personalidades de la Villa y Corte


LA DULCE MURMURACIÓN

— ¡Mira, tu pobre tía Cristeta, qué carta escribe tan llena de lisonjas!
—Y de faltas de ortografía, ha puesto hoy sin bache.
—... Y la necesita, ¿verdad, hija?
— ¡Claro que sí, mamaíta! Ayer, no; hoy, sí.
— ¿Ves, nena, las consecuencias do introducir cambios en cosas tan serias? Hoy sí y ayer no; pues tu tía, por lo visto, escribe con arreglo á las normas de sus tiempos: no como hoy, sino como ayer. Además, tu tía no es la Condesa de Pardo Bazán[2], precisamente.
—No lo jures, mamaíta, que el jurar es pecado. Mira, en cambio, qué económica es. Primero escribe horizontalmente; después, y encima, verticalmente, y, por último, y sobre todo ello, al revés y con otra tinta. Esto no es carta, es una muestra de tela escocesa...[3]
— ¿Y esto no es pecado, reírte de los defectillos ajenos?
— -No; porque yo, puesta á reír, y lo hago siempre, me río también de los míos. ¡Pues poquito que nos hemos reído tía Cristeta y yo de sus cosas, de las mías y de las de los demás, en este mesecillo que he pasado á su lado. No ha quedado en Barcelona títere con cabeza. ¡Hasta del dedo de Colón, que parece la caña del higuí[4], nos hemos sonreído un poco!... No quiero decirte nada de las amiguitas de tía Cristeta... ¡Las tiene...museables!
—¡Qué palabrota!
—Las aprendo de Enriquito. Mi hermano las llama timos.
— ¡Niña!
— ¡Si no es nada malo, mamá! Sabe otras, que no se entienden nunca, y las llama camelos.
—¡Jesús! No quiero oírte hablar de este modo, impropio de una señorita...
— No te apures, mamá, que tampoco sabría hacerlo aunque quisiera. Esto de los camelos y de las camelancias (¡qué risa!) es cosa muy difícil. Verás: Enriquito contigo no se atreve; ¡pero conmigo!... Viene, á lo mejor, y me dice: “Nena, hazme el favor de alargarme esa Arballonguita que hay encima del piano…”
—¿Esa qué, hija?...
—¿Lo ves, mamaíta? ¡Ya caíste! Caíste, como caen los demás; como caen todos... Arballonguita, nada; una tontería cualquiera... ¡Pues esto es el camelo! ¡¡Es muy difícil!!...
—Sí. ¡¡Y muy ingenioso!!... Don Baltasar del Alcázar[5] no escribió jamás epigramas con tanto salero...
—¡Ay, mamaíta, qué cara tan fea has puesto ahora! Me has recordado á doña Lutecia, una de las amigas de la tía, solterona también; siempre seria, como tú ahora, vestida de negro, ojos negros, pelo negro (pintadito), ojeras negras..., uñas negras... ¡Un encerado!... ¡Yo creo que no se alimenta más que de calamares en su tinta!... ¿Ves? Ya te ríes un poco...
—Es nervioso. Yo no puedo reír esas... simplezas.
— ¿No? Pues oye. Esto de Doña Lutecia, ya comprenderás que es un nombre puesto por mí; por mi... y por tiíta Cristeta, que también me ayudaba. Tiene otra amiga, que yo la llamo Doña Latitud. Una señora..
apaisada, apaisada completamente, ¡Con decirte que los retratos no se los pueden hacer á lo alto, porque no cabe!... Es ancha, como un portfolio... abierto, y cuando la veía, me figuraba ser yo que me estaba mirando en el pomo de la escalera... ¡Ay, mamaíta, cada vez que se acercaba á mí para besarme, pensaba yo: ¡Ahora se cierra esta señora y me quedo dentro!... No te rías...  
— Sí, de tus gracias.
—En cambio, mira Doña Longitud: una señora andaluza, de Torredonjimeno, tan alta, que necesitaba andar plegada, como los metros articulados. Esta señora no tenía más defecto que los dientes cariados y grandes. Al reírse, parece que te invita á echar una partida de dominó. ¡Pobrecita! Cuando me vine la dejé descabalada... ¡Be le habían caído el blanca dos y el seis dable!...
—Pero, hija, ¿se te ha escapado la cuerda?
—¡Ca, mamaíta! Es que me he echado á andar... Hay para rato. Sí hubieses visto un retrato suyo que nos enseñó, hecho un día que fué á los toros en Úbeda, te quedas cuajada. Figúratela vestida de blanco; toda ella vestida de blanco: zapatos, falda, pañolón, mantilla, claveles... ¡Seis mil reales de magnesia efervescente... ¡jirviendo![6]...
-¡Basta, basta, cabeza de chorlito! ¡Válgame Dios, qué lengüecita la tuya!
—Mamita, no hago mal á nadie... Me río un poquito de los demás, á cuenta de lo mucho que los demás se reirán de mí. No calumnio, no ofendo... Esto es todo... Bromitas inocentes, inofensivas...
— Con las que faltas á la Caridad, exhibiendo los defectos del prójimo y mofándote de él á costa de ellos. Pecas.
 — Todos pecamos, reverenda madre...
— Sí; y el más Justo siete veces al día. Pero esto de pasarse la vida murmurando...
—Vaya, mamaíta, que tú me has tomado á mí por un manso arroyuelo... Ya no te acuerdas de lo muchísimo que...arroyuelasteis[7] tú y tus amigas, al hablar de Paco Fresneda, el futuro pluscuamperfecto de Sarita Muñoz... Que si era un farsante, un embustero, un vividor; que si no era cierto que su papá tuviese casa de banca; que si era falso que él fuese ingeniero... ¡Qué sé yo! ¡El delirio!
-Ahora has dicho la verdad: el delirio, el delirio de grandezas que se apoderó de unos y de otros. Ya viste el resultado...”El prometido de mi niña”; —como decía la mamá de Sara - es esto, y esto, y esto, y lo de más allá; que no parecía más sino que con él se iba á agotar el saldo de novios en buen uso... Y ya vimos que de todo ello sólo el más allá resultó exacto; pues de la noche á la mañana desapareció el prometido, dejando tras de si una estela de promesas... Trampas y escándalo... Hubo quien dijo que hasta á los Muñoz les sacó un buen pellizco..., y no ha faltado quien me asegurase haberlo visto... no sé dónde... ¡pidiendo limosna!... ¡Jesús!...
—¿Ves tú, mamaíta? Pues todo esto son murmuraciones también... algo más pecaminosas que las mías. ¡Murmuraciones!... Porque lo sé lo digo... Yo he visto á Fresneda.
—¿Tú?
Yo. Ahorita, en Barcelona... Y no pedía limosna, precisamente... Está sí, el pobre, demacrado, envejecido, con la cara de truhán de siempre,.. Cuando me vio se le cambió el color... Me reconoció en seguida. Yo disimulé todo cuanto pude... Pensando en Sarita, la verdad, me avergoncé un poco.
—¿El gabán?... ¿Pero hablan los conejos y los gatos?...
—Así que Fresneda hubo pasado junto á mí, yo, con mi curiosidad de mujer..., volví la cabeza...
—¡Imprudente!
— ... Y vi que en la espalda del sobretodo había un letrero, en el que, debajo de mías señas y del nombre de un sastre, se leía claramente:

“COMO ÉSTE, DOSCIENTAS PESETAS”

—¿No te equivocarías, hija?
—No, mamá... Era el gabán, y no el hombre, el que costaba los cuarenta duros... ¡Bien sabes tú que Fresneda no los vale!...

VICENTE DÍEZ DE TEJADA



[1] Una semblanza del autor se puede encontrar pinchando aquí.
[2] Hace alusión a la novelista, escritora, periodista y ensayista española Dª Emilia Pardo Bazán, poseedora de dicho título nobiliario y una de las escritoras españolas más reconocidas.
[3] El autor, por boca de los personajes, trata de explicar lo que era una moda estilística de principios del siglo XX que nace al calor de las vanguardias tipo cubismo, creacionismo y otras típicas de esos años. En especial se refiere a los Caligramas. Según la Real Academia de la Lengua Española un caligrama es una palabra de origen francés, que vendría a significar “un escrito, por lo general poético, en que la disposición tipográfica procura representar el contenido del poema”. En España uno de los mejores exponentes de este tipo de obras lo encontramos en la obra de Gerardo Diego
[4] Se refiere a la “caña de azúcar” muy común en la zona de la República Dominicana, en la actual zona de Punta Cana, o Higüey, cuyos cultivos tropicales fueron a principios de siglo XX su mayor riqueza agrícola, antes de que el turismo se convirtiese en motor económico de esa zona
[5] Baltasar de Alcázar es un poeta de origen sevillano del s. XVI. Fue militar y cultivó la poesía y las letras. Durante su etapa como militar destacar que llegó a servir dentro de la guarnición del Castillo de Jaén. Es conocido por su obra poética y en particular por los epigramas, que son una composición poética breve en que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico
[6] Hirviendo
[7] Juega con la palabra anterior, arroyo, creando la palabra arroyuelasteis

No hay comentarios:

Publicar un comentario