lunes, 30 de marzo de 2015

DE LOS DISCÍPULOS DE MUÑOZ GARNICA


Foto de Manolo Fernández.



En la fotografía: el pintor D. José Nogué pintando el Santo Rostro para el estandarte de la hoy
desaparecida Cofradía del Santo Rostro. La reproducción del Santo Rostro de Nogué estaba
acabada en el verano de 1928. En la Sala Capitular de la S. I. Catedral de Jaén. Agradecemos
a José Manuel Marchal esta fotografía.

FEDERICO DE PALMA Y CAMACHO, TRAS LAS PISTAS DEL SANTO ROSTRO

Manuel Fernández Espinosa


Cuando en días pasados tratábamos de la egregia figura de D. Manuel Muñoz Garnica, decíamos que el polígrafo ubetense "...formó a su alrededor el embrión de una escuela intelectual (asunto del que me ocuparé en otra ocasión) que constituyó durante mucho tiempo el núcleo directivo de la cultura giennense". Para que la cosa no quede en el tintero, vamos hoy a tratar ni siquiera de uno de aquéllos que pueden considerarse como discípulos de esta escuela de Muñoz Garnica (ver "Don Manuel Muñoz Garnica. Un polígrafo de Úbeda: Omnia in bonum"). No es el único, pero nos reservamos para otros trabajos el nombre y la noticia de otros.
 
Su nombre era Federico de Palma y Camacho y nació el 19 de octubre de 1841 en Bailén. Estudió Teología en el Seminario de Baeza y se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Granada. Fue catedrático de Historia en el Instituto Provincial de Jaén, lo que lo relacionó directamente con el Maestro Muñoz Garnica. Desempeñó su profesión como docente, sin dejar de investigar la historia provincial a la vez que cultivó la poesía. Algunos de sus trabajos los publicaría ´póstumamente DON LOPE DE SOSA, así "El terremoto de 1755 y el voto del Cabildo Catedral", "La primera casa de Expósitos de Jaén y el primer Seminario Conciliar de la Diócesis", "El Santo Rostro, de viaje".
 
El Santo Rostro acaparó su interés histórico: tradujo del latín al castellano la "Oración de la Santa Faz", del Pontífice Inocencio III y su obra, por la que le estarán agradecidos todos los amantes de las tradiciones y la historia provincial, fue "Noticias del Santo Rostro de Nuestro Señor Jesucristo, que se venera en la Santa Iglesia Catedral de Jaén" (Imprenta de D. Tomás Rubio y Campos, Jaén, año 1887). En esta obra, Federico de Palma reconoce que el impulso para estudiar esta cuestión se lo debía a Muñoz Garnica:
 
"Me estimulaba y alentaba mi antiguo y sábio maestro, y luego cariñoso compañero en este Instituto provincial, el Sr. D. Manuel Muñoz y Garnica, Canónigo Lectoral de nuestra iglesia, cuya temprana muerte nunca será bastante llorada por el pueblo cristiano y por todos los amantes de las letras".
 
Muñoz Garnica había fallecido, recordémoslo, en 1876 y la obra "Noticias del Santo Rostro..." se daba a la estampa once años después del deceso del humanista ubetense. Sin embargo, el discípulo agradecido hace constar al frente de su libro el nombre de quien fue su maestro y, más tarde, colega en el claustro de profesores del Instituto Provincial de Jaén.
 
Foto de Manolo Fernández.
Portada de un ejemplar de "Noticias del Santo Rostro..." de D. Federico de Palma Camacho
 
En el curso de sus investigaciones, D. Federico de Palma acopió muchos documentos, entre los cuales nos parece interesante el que parece que constaba que existía en su archivo. Al parecer, se trataba de un codicilo otorgado por D. Luis de Torres y Portugal, hijo del Condestable Miguel Lucas de Iranzo. Este personaje había sido de la corte de los Reyes Católicos y parece que allí conoció a una dama de la que se enamoró, pero la dama se casó con un caballero francés. Enamorado hasta las cachas se fue de peregrino a Roma, para visitar a la dama que allí residía y declararle su amor. La dama, casada ya, lo rechazó y regresó a Jaén avergonzado, concibiendo el firme propósito de retirarse al cenobio, ingresando en San Francisco del Monte en Córdoba, acompañado de un fiel criado. En esa conversión que experimentó por su desengaño amoroso fundó el Hospital de la Madre de Dios en la ciudad de Jaén, Hospital que tuvo como capilla el Arco de San Lorenzo. En su religioso afán por reparar los daños, no solo renunció al mundo, sino que quiso indemnizar a los pueblos de Higuera de Calatrava y Porcuna por los estragos que su señor padre el Condestable había realizado en ellos, cuando la guerras intestinas entre la Orden de Calatrava y el Condestable. Lo hermoso de la historia es que los dos pueblos, Higuera y Porcuna, renunciaron a la generosa indemización de D. Luis, donándolas al hospital de la Madre de Dios fundado por el caballero.
 
Era normal que D. Federico poseyera esta documentación, puesto que Federico de Palma se ocupó, con el catedrático D. José Moreno Castelló, de salvar el Arco de San Lorenzo, contra las intenciones del Ayuntamiento de Jaén que quería derribarlo. Palma y Moreno se salieron con la suya y, tras la memoria redactada por Federico de Palma en 1877, se declaró Monumento Nacional con lo que salieron frustrados los proyectos de demolición del Arco de San Lorenzo, intentados por el ayuntamiento. Vemos aquí otra vez que Muñoz Garnica no sólo fue un inspirador de las obras historiográficas de Palma, sino que fue un ejemplo a seguir en la protección del patrimonio histórico y artístico local, como Muñoz Garnica lo había hecho en Úbeda.
 
Federico de Palma y Camacho falleció el 18 de enero de 1892 en Jaén.  
 
 
 
 

sábado, 28 de marzo de 2015

LA FAMILIA TOSIRIANA DE SANTA TERESA DE JESÚS

Santa Teresa de Jesús

 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
El miércoles 28 de marzo del año 1515 nació en Ávila la mística, escritora, reformadora del Carmelo y Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Cepeda, nuestra Santa Teresa de Jesús. Nos dice fray Luis de León que: "Fue esta dichosa mujer natural de Ávila, ciudad antigua de Castilla, de padres nobles y virtuosos. El padre se llamó Alonso de Cepeda, y la madre, que fue segunda mujer suya, doña Beatriz de Ahumada." Para celebrar hoy, en el día del V Centenario de su nacimiento, tan grande fecha nada mejor que ver la manera como una rama de su parentela vino a avecindarse en Torredonjimeno.
 
La familia de Santa Teresa llegó a Torredonjimeno. Así lo afirmaba el Padre Alejandro del Barco García en el siglo XVIII, cuando ofreciendo noticia de los linajes nobles de la villa tosiriana dice:
 
Escudo de los Prado, Perea y Cepeda de Torredonjimeno,
en una fachada de la calle La Salud

 
"Por estos tiempos hallamos igualmente en la referida Villa á Don Ginés de Perea, á quien Felipe II, fió muchas empresas de gobierno, por su valor en las armas, y su pericia en las letras; las que desempeñó á satisfacción del mismo Monarca, que se valió de él. Fue por lo Perea, de la exclarecida Casa y Solar de los Ayala. Por lo Prado, tuvo el tronco en Martín Díaz del Prado, Señor de la Casa y Estado de Valdetuejar y Alveriz, descendiente de los Reyes de León; y por lo Zepeda, con que hoy también se enlazan los de esta ilustre Familia, exmaltan su noble Escudo con la inestimable joya del más exquisito precio qual es, Santa Theresa de Jesús, que realza heroycamente los timbres de sus Blasones".
 
Reconstruyamos aunque sea someramente el árbol genealógico de la rama familiar de Santa Teresa que terminó avecindándose en Torredonjimeno. La rama que terminó viniendo a Torredonjimeno fue la de los descendientes del tío de Santa Teresa de Jesús, don Francisco Álvarez de Cepeda. Éste se casó con doña María Álvarez y durante muchos años residió en Ávila, en las casas vecinas de la santa. Más tarde D. Francisco se trasladó con su familia a Ortigosa de Rioalmar. Uno de sus hijos que continuó la saga familiar fue Diego de Cepeda y Álvarez, primo de Santa Teresa.
 
Diego de Cepeda y Álvarez vivió en Torrijos, donde se casó con doña Beatriz de la Cruz y, en segundas nupcias, con doña Catalina de la Torre. De Torrijos pasó a Estepa, donde fue Gobernador y Álferez Mayor. Y de Estepa se trasladó a Osuna. Su hijo D. Francisco de Cepeda y de la Torre fue licenciado y, desde 1600, Alcaide del Castillo y Puebla de Cazalla. En segundas nupcias se casó en la Colegial de Osuna el 23 de enero de 1602 con Doña Jerónima de Osorio y Cervantes, morando en la calle de las Huertas y teniendo por hijo a Don José de Cepeda y Osorio de Cervantes, bautizado el 14 de abril de 1609. Éste  D. José alcanzó la capitanía en el Arma de Infantería el año 1635 y sirvió heroicamente en la campaña de Cataluña, bajo las órdenes del Maestre de Campo Pedro de Lisuca. En la guerra de Cataluña, D. José de Cepeda tuvo el encargo de gobernar y defender el castillo del Hospital y en el día de la Candelaria mostró su arrojo rechazando una acometida de dos mil infantes que tuvieron que retirarse. Fue premiado por su valor y, también, como su padre, fue Alcalde de la Puebla de Cazalla desde el año 1658. En uno de los documentos que la Chancillería de Granada emitió para él y su familia se refiere el escudo heráldico de la familia:
 
1º en gules castillo Real de plata, aclarado de sable; 2º en azur un león de oro contornado.
 
En el mismo documento se contiene la información que revela el parentesco con Santa Teresa de Jesús.
 
Se casó D. José con doña María Lobo de Peñalosa, teniendo como hija a doña Ana de Cepeda y Lobo. En segundas nupcias, D. José de Cepeda y Osorio de Cervantes se casó el 23 de diciembre de 1637 con doña Francisca de Vega y Serrano, de cuyo enlace tuvieron a don Pedro de Cepeda y Vega Serrano en octubre de 1638. Éste D. Pedro fue Alcaide de Osuna y una de sus hijas, doña Francisca, se casó con el tosiriano don Fernando del Prado y Cueto el 15 de mayo de 1703 en Osuna. Hijo de estos fue Don Pedro del Prado y Cepeda y, casado éste con doña María Nicolasa Ruiz de Castro y Collantes, tuvieron en Torredonjimeno a don Fernando del Prado y Ruiz de Castro Cepeda y Collantes, que fue bautizado en la Iglesia Parroquial de Santa María de la Concpeción de Torredonjimeno, allá por marzo de 1746. Fue D. Fernando caballero veinticuatro de Jaén, de la Orden de Carlos III y fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén, así como un valiente defensor de la ciudad de Jaén contra la invasión napoleónica: hazañas que tuve ocasión de relatar en la revista ÓRDAGO, número 8 del año 2003.
 
D. Fernando María del Prado y Ruiz de Castro
 
D. Fernando María del Prado y Ruiz de Castro entroncó con los Messía de la Cerda, familia de Jaén en quienes recaía el título nobiliario de Marqueses de Acapulco, que fue uno de los muchos títulos que ostentaron sus descendientes, entre los que cabe mencionar a D. Mariano del Prado y O'Neill (1901-1963), III Marqués del Rincón de San Ildefonso, III Marqués de Ogíjares, IX Marqués de Acapulco, Marqués de Caicedo, II Conde de Buelna, Caballero de la Orden Militar de Calatrava, con medallas de las Campañas de Marruecos y Liberación, cruces rojas del Mérito Militar y cruz de Guerra, cruz y placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, cruces blancas del Mérito Militar y por sus proezas en la Unión Soviética, a donde fue a luchar encuadrado en la División Azul, dos Cruces de Hierro alemanas, Corona de Italia y muchas otras condecoraciones. Falleció D. Mariano del Prado el 9 de noviembre de 1963. Todavía existen descendientes de este linaje.
 
"D. Mariano del Prado y O'Neill (1901-1963, Madrid), III Marqués del Rincón de San Ildefonso, III Marqués de Ogíjares, IX Marqués de Acapulco y II Conde de Buelna. En la imagen a su vuelta del frente de Rusia.
D. Mariano era tataranieto de D. Fernando del Prado Ruiz de Castro, nacido en Torredonjimeno en 1746."
D. Mariano del Prado, a su retorno de la Campaña de Rusia, con el General Castejón Espinosa
 
.

viernes, 27 de marzo de 2015

BODA "ARISTOCRÁTICA" TOSIRIANA


"Fotografía de estudio del fotógrafo norteamericano Sam Fam de 1928. En ella se puede apreciar la moda y el vestir de los novias en esos años" 

BODA "ARISTOCRÁTICA" TOSIRIANA.

Traemos en esta ocasión una curiosa noticia publicada en el diario “La Voz de Córdoba” del mes de mayo del año 1928.

En el apartado dedicado a las localidades dice así en lo concerniente a Bujalance:

La Voz en Bujalance

Boda aristocrática.
Ayer ha contraído matrimonio en Torredonjimeno, la simpática y distinguida señorita de aquella localidad Rosita López Obrero con nuestro buen amigo de ésta don Emilio Navarro López Obrero.
El acto de enlace tuvo lugar en la iglesia de Santa María, bendiciendo la unión el párroco don Antonio Gutiérrez, siendo padrinos doña Estrella Martínez de López-Obrero, madre de la novia, y don Antonio Jesús Navarro y Coca, padre del novio; testigos don Cesáreo Carazo, don Antonio Zurita Vera, don Juan Díaz y del Moral, don José Navarro y Navarro y don Mamerto Navarro Ceballos.
Llevaron la cola a la novia los niños Maruja Palma Navarro, Evelio y Lidio Carazo Martínez.
Después de la ceremonia religiosa, la comitiva se dirigió al domicilio de don Julio Moya, donde se obsequió a los invitados con un magnífico lunch, y en el domicilio de don Octavio Carazo se organizó por el elemento joven un animado baile.
Asistieron de Torredonjimeno las señoritas Carmen Font, Carmen Tirao, Asunción, Beatriz y Eva Gómez, Maruja Sánchez, Eulalia Carrasco, Carmela Naranjo, Carmela Calabrús, Josefina, Carlota y Carmen López-Obrero y Martínez; de Porcuna, Anita y María Navarro, Carlota Gallo y Rosario Martínez; y de Bujalance, Conchita, Elvira Hipólita de B. Quirós. María y Antoñita Tonkin, Lolita Ibáñez, Maruja Ortega, Conchita Castro, Paquita, Nieves y Pepita Lora, Pepita Navarro, Carmen y Pepita Luisa Navarro; señoras de Torredonjimeno, doña Laura Moya, doña Rosario Martínez, doña Josefina Font, doña Lorenza Sánchez; de Bujalance, doña Dolores López Obrero, madre del novio: doña Purificación Navarro, doña María Navarro, doña Rosa Tonkin y doña Remedios Navarro.
El elemento masculino perdonará nuestra omisión.
Los recién casados recorrerán varias capitales de España.
Deseémosles una luna de miel eterna”.

Era frecuente (y aún lo es) que determinados eventos sociales, tales como los natalicios, los enlaces nupciales o las defunciones de personajes relevantes, fuesen llevadas al papel para dejar constancia de ellas y para curiosidad de los lectores. Esa afición se popularizó en principios de siglo XX llevando las cabeceras de los periódicos más relevantes a la idea de crear revistas o dominicales específicos sobre el amor, el glamour, la moda, etc, tal y como se viene haciendo hoy en día por cabeceras muy veteranas en estas lides.


Lo que más destaca de esta noticia es la cantidad de apellidos y nombres propios que nos aporta y lo reconocible de muchos de ellos incluso a día de hoy. 

Dejamos pues la noticia en nuestro blog como curiosidad para nuestros lectores

lunes, 23 de marzo de 2015

TORREDONJIMENO, PASO OBLIGADO DE SANTOS

 "San Eufrasio, patrón de la diócesis"

TORREDONJIMENO: PASO OBLIGADO DE SANTOS.

Luis Gómez López

Desde muy temprana edad, los primeros varones apostólicos[i] se dedicaron a predicar la Buena Nueva por las tierras de María Santísima. Según la tradición, a San Eufrasio, actual patrón de la provincia e Jaén, le tocó en suerte la sede de Iliturgi, (erróneamente identificada con la actual Andújar), y una vez fallecido, sus reliquias se trajeron a dicha localidad. Éste es quizás el caso más notorio del tránsito por estas tierras de los santos, pero hay otros muchos, pues la semilla de sus predicaciones no caería en tierra baldía, y muy  pronto se propagó el mensaje de Cristo siendo otros muchos los que siguieron sus pasos. [ii]

Para D. Juan Montijano, la creación de la silla episcopal de Tucci (Martos), es obra de San Eufrasio, así lo expresa al decirnos: “Desde este punto [Iliturgi] irradió su predicación por todos los contornos que forman la actual diócesis de Jaén, y si no fundó él personalmente las sillas episcopales de Tucci (Martos), Mentesa y Cástulo, no cabe duda que lo fueron por algunos discípulos suyos”[iii]. La situación geográfica de Torredonjimeno, como encrucijada de caminos, es ideal para que transcurran por su término gentes y mercancías. A día de hoy, ese hecho sigue siendo igual de importante, pues la proximidad de las capitales de provincia de Jaén, Granada, y Córdoba, hacen que la localidad sea epicentro de ese trasiego incesante del que hablamos.

Ese hecho no pasó desapercibido para nuestros antepasados, quienes veían en la comarca un estupendo lugar para asentarse y vivir. Así, poco a poco, fue aumentando la población en la comarca, y con ello, la dirección espiritual de sus moradores.

La proximidad de Tucci es vital en este estudio, habida cuenta de la religiosidad de las gentes del lugar y el arraigo de la doctrina católica en estos lares. Durante el período tardo romano y visigodo, tenemos en la zona la presencia de varios obispos tuccitanos los cuales acudieron a los primeros concilios cristianos, dando así buena muestra de lo que apuntamos. Algunos nombres propios que avalan esta hipótesis son los de Camerino y el presbítero Leo, en el concilio de Elvira (Granada) alrededor del año 300 d.C., el obispo Velato, en el III concilio de Toledo, el presbítero Centauro, que representó al obispo Fidencio en el IV Toledano (alrededor del año 633), el obispo Guda, que estuvo en el VI de Toledo (año 638) o los de Vicente, Agapio, y Sisebando, por nombrar algunos.[iv] La importancia de la sede episcopal de Tucci y la comarca no sólo está avalada por los documentos escritos y la presencia de sus obispos en los concilios, sino que además se han encontrado numerosos vestigios de edificaciones religiosas visigodas en los alrededores de Martos, amén de una cultura funeraria muy avanzada. Una muestra de ello pueden serlo los restos del sarcófago paleocristiano de Martos, cuyo original se conserva en el Museo Arqueológico de Jaén, y su réplica se halla en el Museo del Colegio de San Antonio de Padua de la citada localidad de la Peña[v], o el capitel con inscripciones que apareció allí mismo. Según el P. Alejandro Recio, dicho capitel correspondería a uno de los cuatro pilares del baldaquino del bapisterio, cuyo texto, traducido del latín, diría: “Está abierta la entrada. Las puertas sagradas de Cristo corred a porfía, venid gentes y pueblos y sedientos a recibid la vida por meced de Dios[vi]

Pero la llegada de los musulmanes en el 711 acabaría con la cultura visigoda. Poco a poco, los invasores irían imponiendo por la fuerza de las armas sus costumbres, su religión, su cultura, e irán arrinconando, cuando no exterminando, a todos los que no participasen de su credo. Es así es como florecerá dentro del santoral otra figura representativa de la comarca tuccitana, San Amador, que ejerció mucha influencia en los alrededores y que todavía se le venera en la vecina Martos.

De la ciudad cordobesa vendrán huyendo a la zona que nos comprende muchos cristianos. Unos para pedir refugio, pues al parecer la comunidad mozárabe aquí existente era bastante numerosa y menos sometida que la ubicada en las poblaciones  más al sur. Aquí vendrán a refugiarse el abad Sansón, y es en esta zona donde escribirá contra su rival Hostegesis, la obra titulada “Apologético de la Fe”. Además será Osaria donde vendrá a refugiarse la santa y mártir Flora, antes de volver a Córdoba a recibir la palma del martirio[vii]




 "Santa Flora"

El radicalismo árabe irá concentrándose y haciéndose más riguroso con el paso de los años. Poco a poco, los cristinos de ésta zona deberán tomar una decisión trascendental, o bien huir hacia el norte, hacia zonas más alejadas de la influencia sarracena con la esperanza de poder volver algún día a sus posesiones y a la tierra de sus mayores, o bien, quedarse y padecer los rigores del sometimiento de una cultura y una religión ajena a su tradición. Ya en el pasado número 13 de ÓRDAGO, tuvimos ocasión de exponer algunos datos que avalan esta hipótesis[viii] en el artículo que escribiese a tal efecto M. Fernández.

Pero será ya entrado el siglo XIII, cuando otro santo venga a estas tierras y las libere. Fernando III “El Santo” será el encargado de reconquistar gran parte de Andalucía a los moros. A él se deben las conquistas de las ciudades más importantes de esta comarca, y su paso por la zona queda atestiguado por los numerosos escritos que en ella nos lo hacen, ora amojonando el territorio ora de paso a otros lugares.

En el año 1275, muere el infante y arzobispo de Toledo Don Sancho en la escaramuza de “Las Celadas”, en el paraje tosiriano del mismo nombre. Ese suceso provocará que otro santo visite nuestra localidad. Es el momento que Dios escogerá para insuflar ardor en el alma de San Pedro Pascual. San Pedro se dedicará a levantar conventos de la Merced por las tierras de Jaén, mientras se entrega por completo a rescatar cautivos de manos de los moros de Granada. En 1296 lo nombran obispo de Jaén, y poco después, en 1297, es capturado por los moros granadinos mientras venía de predicar por los pueblos de alrededor de Jaén. Don Juan Montijano nos narra así este hecho: “Es capturado por los moros en las cercanías de Jaén, juntamente con varios de sus acompañantes, cuando regresaba de girar la visita pastoral a algunos pueblos de sus diócesis, probablemente sería Pegalajar, Cárchel, Carchelejo. Esta captura o secuestro, según la opinión más probable, fue a un kilómetro, poco más o menos, de la Puerta Noguera, una de las nueve que tenían las murallas que rodeaban la ciudad. Fue conducido a Granada, en donde quedó reducido a mísera y dolorosa esclavitud, bajo el poder del rey nazarita, Muley-Mahomat Aben Abdalá[ix]. San Pedro Pascual moriría en 1300, tras ser martirizado en su propia celda mientras oficiaba la santa misa.

Ya hablamos en el libro de “Vidas de la Ibérica Tosiria”, sobre el paso por estas tierras de Osaria de la mártir y santa Flora, que huyendo de la intransigencia radical islámica de su familia cordobesa, vino a estos pagos a buscar refugio y fortaleza espiritual. Todo ello lo cuenta San Eulogio en su Martirologio, y de ello ya hemos hablado en diversas ocasiones.



 "San Fernando"


Poco a poco, los cristianos van reconquistando a los moros las tierras que antaño les fueran usurpadas. Y poco a poco irán floreciendo en estas tierras la cultura, el arte y el y aparecerán nuevas edificaciones que vengan a consolidar los núcleos urbanos ya existentes. Las órdenes religiosas, vendrán a ocupar su espacio físico en la vida urbana de la época, y gracias a ellas, Torredonjimeno y la comarca se verá atravesada por el ir y venir de santos y venerables de paso hacia los nuevos lugares donde erigirían sus nuevas fundaciones.

San Juan de la Cruz y Santa Teresa, pasaron por esta tierra. La Santa, cuando desde Jaén cogió el camino para ir a Córdoba, debió pasar muy probablemente por nuestra localidad, y su “frailico”, -como cariñosamente llamaba la santa a San Juan de la Cruz-, pasó por Torredonjimeno de camino a sus fundaciones ubicadas en la comarca de La Loma. En el caso de San Juan de la Cruz, es mejor leerlo en esta otra entrada de este mismo blog de la mano de Manuel Fernández.

Pasados los años, Torredonjimeno tendrá otra vez el privilegio de ser transitado por los santos o piadosos hombres. En esta ocasión será el beato, José Francisco López-Caamaño y García Pérez, más conocido como fray Diego José de Cádiz el que visite Lendínez. El paso del Capuchino por nuestro término nos los transmite el mismo fraile y quedó reflejado en carta manuscrita que le escribió a su director espiritual en 1782, cuando habiendo salido de Carcabuey pasó por Lendínez camino de Andújar.[x]


 "San Juan de la Cruz"

 "Santa Teresa"
El siglo XIX traerá grandes convulsiones a la sociedad española del momento, pero también dará al mundo religioso de gran talla y mucho renombre. El siervo de Dios Diego José Martín Ildefonso Rejas Peralta, más conocido como “Padre Rejas”[xi]. Nacido en Huelma y fallecido en Jamilena será uno de ellos. Nuestro amigo y colaborador J. Carlos Gutiérrez se ha encargado de estudiarlo y difundir su obra ampliamente, con motivo del centenario de su nacimiento acaecido hace pocos años. 

También en ese mismo siglo nacerá otro venerable, el Padre Tarín, que visitaría Torredonjimeno en sus famosas misiones y cuyas prédicas alumbraron al mundo vocaciones sacerdotales Ejemplo de ello podemos dar en nuestra localidad al referirnos al caso del P. don Juan Montijano Chica. (Ver también la entrada de este mismo blog)



 "Fray Diego de Cádiz"

"P. Tarín"
NOTAS:

[i] Según la tradición, los “Siete Varones Apostólicos” fueron, Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesquicio, todos ellos discípulos directos del Apóstol Santiago “el Mayor”. Tras la muerte de éste a manos de Herodes Agripa, fueron consagrados en Roma por San Pablo y san Pedro entre los años 44 ó 60. Inmediatamente después fueron enviados a evangelizar la provincia romana de Hispania. Según la tradición desembarcaron en Cartagena, para después seguir camino hasta Guadix, y de allí pasaron a dispersarse y a evangelizar de forma misionera toda la provincia.
[ii] Sobre San Eufrasio en Jaén véase: MARTÍNEZ ROJAS, F.J. “Aproximación a la Historia de la Iglesia de Jaén”, Obispado de Jaén, 1999, o MONTIJANO CHICA, J.  “Historia de la diócesis de Jaén y sus obispos”, BIEG, 1986.
[iii] MONTIJANO CHICA, J.  “Historia de la diócesis …” p. 63.
[iv] Para saber más, ver MARTÍNEZ ROJAS, F.J. “Aproximación a la Historia…”, p. 41
[v] Sobre el sarcófago paleocristiano de Martos, RECIO VEGANZONES, A ofm., .  “El sarcófago romano paleocristiano de Martos”  Revista “Antonianum”, 45 (1969), fasc. I, pp. 93-136. Un extracto se puede leer en “El sarcófago paleocristiano de Martos”, editado por la pro-Hermandad de Nuestra Señora de Nazareth, Martos 1992
[vi] JIMÉNEZ COBO, M. “Las inscripciones latinas de Martos”, Ayto. de Martos, 2010, p. 49-50
[vii] Para saber más sobre Santa Flora GÓMEZ LÓPEZ, L. y FERNÁNDEZ ESPINOSA, M., “Vidas de la Ibérica Tosiria. Personajes de Torredonjimeno que hicieron historia” 2006, pág. 63 
[viii] Órdagonº 13, febrero de 2010,  FERNÁNDEZ ESPINOSA, M., “Los orígenes de la Reconquista de Andalucía”, p. 19 a 22.
[ix] MONTIJANO CHICA, J. “Historia de la diócesis…”, p. 77
[x] Sobre el tránsito de Fray Diego José de Cádiz por la pedanía tosiriana, véase Órdago nº 10, septiembre de 2006, “Lendínez. La cenicienta del término tosiriano”, pág. 28-30.
[xi] Una semblanza sobre el “Padre Rejas” se puede consultar en “Vidas de la Ibérica Tosiria” p. 43-44.


SAN DIONISIO AREOPAGITA EN TORREDONJIMENO

Foto de Manolo Fernández.
San Dionisio Areopagita, Patrón de Jerez de la Frontera

"...la tradición teológica ofrece un doble aspecto: lo inefable y misterioso, de un lado, y lo evidente y cognoscible, de otro. Lo primero se sirve del símbolo y requiere previo conocimiento. Lo otro es filosófico y emplea la demostración. Más aún: lo arcano se entrelaza con lo manifiesto."
 
San Dionisio Areopagita, "Carta IX"




UNA DEVOCIÓN POPULAR Y UNA DEVOCIÓN INTERIOR


Manuel Fernández Espinosa


Una de las imágenes que se procesionaban en Torredonjimeno, en la mañana del Viernes Santo, era la de San Dionisio Areopagita. Todavía se hacía en la primera mitad del siglo XX, como recuerda D. Juan Montijano en su "Séptima estampa tosiriana de antaño" , incluidas en "Historia de la Ibérica Tosiria". El mismo Montijano Chica nos describe la talla de San Dionisio: "obispo griego, con su anillo episcopal, mitra y báculo y con una capa pluvial encarnada y teniendo en su mano una gran esfera, de color azul oscuro".
 
San Dionisio aparece mencionado en los Hechos de los Apóstoles, entre los griegos que se convirtieron por la predicación de San Pablo en el Areópago de Atenas: "Quidam vero viri adhaerentes ei crediderunt; in quibus et Dionysus Areopagitaet mulier nomine Damais et alii cum eis" ("Algunos se adhirieron a él y creyeron, entre los cuales estaban Dionisio Areopagita y una mujer de nombre Damaris y otros más", Act. 17, 34.)
 
Dionisio era un miembro importante del llamado "Areópago" ateniense. El "Areópago" (o "colina del dios Ares") era desde el año 480 antes de Cristo y hasta el 425 d. C. la sede de un tribunal, por lo que deducimos que Dionisio, miembro del Areópago, era uno de los principales magistrados atenienses. Era tradición que D. Juan Montijano refiere que, aunque Dionisio no se hallara físicamente presente en el Calvario cuando la crucifixión de Jesucristo Nuestro Señor, sí que, cuando expiró Cristo el Viernes Santo y se sucedieron fenómenos como el oscurecimiento del sol, a manera de eclipse, el sabio ateniense Dionisio que estaba versado en astronomía, exclamó: "O el mundo perece o el autor de la naturaleza muere". El asombro del Areopagita se sustentaba en que es imposible, conforme nos refiere Montijano Chica, que en plenilunio se produzca un eclipse "según nos dice la ciencia astronómica y lo confirma la experiencia". Es de suponer que San Dionisio recordaría aquel eclipse cuando escuchara la prédica de San Pablo en el Areópago. Más tarde Eusebio de Cesarea (275-339) nos diría en su "Historia Eclessiae" que San Dionisio sería el segundo Obispo de Atenas, sucediendo en la sede episcopal ateniense a San Hieroteo el Divino.
 
La presencia de San Dionisio abriendo la procesión de la mañana del Viernes Santo podría parecer un despropósito, una anacronía, una arbitrariedad de nuestros antepasados, pero no lo era, pues hasta en los autos sacramentales se recordaban las palabras que pronunció, según la tradición, San Dionisio Areopagita el Viernes Santo en que Cristo expiró en la cruz del Gólgota.
 
¿Pero desde qué fecha incluyeron nuestros antepasados a San Dionisio Areopagita en nuestra Semana Santa? Según opinión de Francisco José Téllez Anguita, la cofradía de San Dionisio en nuestro pueblo "Se debió de  fundar en 1680 como consecuencia directa del terremoto que afectó a la villa el día 9 de octubre a las siete de la mañana". En efecto, el llamado "terremoto de Málaga" del año 1680 causó 70 muertos y un centenar de heridos en Málaga, además de causar mucho estrago y otras muertes en poblaciones próximas a Málaga. Incluso se acusó la onda sísmica más al interior: en Granada, en Córdoba, en Jaén y hasta en Sevilla, aunque los daños fueron de menor impacto. Por suceder este terremoto el día de la festividad de San Dionisio Areopagita, los andaluces entendieron ser una especial intercesión de San Dionisio el que el temblor de tierra no hubiera causado más perjuicios. Así lo dejó escrito el Cabildo de Jaén: "No hubo desgracias personales, gracias -según el Cabildo Municipal- a la intercesión de San Dionisio Areopagita, en cuyo día se produjo el seísmo. Se realizaron distintas ceremonias religiosas para dar las gracias y pedir a Dios" -nos cuentan Juan Antonio López Cordero y Ángel Aponte Marín en su libro "Un terror sobre Jaén. Las plagas de langosta, XVI-XX".
 
Fue a partir de este suceso que parece que creció la devoción a San Dionisio, no sólo en Torredonjimeno, sino en todo el Reino de Jaén como se desprende de las funciones religiosas que se hicieron en Jaén. Téllez Anguita refiere que "la universidad de clérigos de la parroquia de San Pedro en agradecimiento le hizo fiesta solemne y trasladó la imagen a la capilla de Santa Ana". Hay que tener en cuenta que en Torredonjimeno existía una ermita extramuros dedicada a Santa Ana (fuera de la ciudad, todo hace suponer que en el cortijo que todavía conserva su nombre), pero también existió en la iglesia parroquial mayor de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno una capilla de las principales bajo el título de Santa Ana, en su suelo era inhumado el clero petrino, como se puede ver en no pocas entradas de los libros de Sepelios del archivo parroquial de San Pedro Apóstol. El aspecto más exterior de la devoción a San Dionisio era, por lo que hemos dicho, la memoria de gratitud por considerarlo protector contra el terremoto de 1680, pero el clero de San Pedro adoptó como propia esta devoción, llevando la imagen de San Dionisio nada más y nada menos que a su capilla enterramiento.
 
Esto tiene más significado de lo que a primera vista parece. La figura de San Dionisio Areopagita está envuelta bajo varias tradiciones que se le han superpuesto a lo largo de casi 2000 años. En primer lugar,  entre los siglos V y VI d. C., un místico bizantino empleó el nombre de Dionisio Areopagita para firmar una colección de escritos teológico-filosóficos que tendrán una repercusión colosal en la espiritualidad cristiana, tanto de la Iglesia latina como de la oriental, es el llamado "Corpus Areopagiticum" que contiene cuatro tratados ("Sobre la Jerarquía celeste", "Sobre la Jerarquía eclesiástica", "Sobre los nombres de Dios" y "Sobre Teología mística") y diez epístolas. Durante siglos se pensó que el autor de estos textos era el mismo San Dionisio del Areópago que es mencionado en los Hechos de los Apóstoles, pero la implacable crítica filológica creyó descubrir que el Obispo de Atenas y el autor de estos textos no podían ser el mismo personaje, por eso se habla del Pseudo Dionisio Areopagita cuando se trata del autor de estos libros. Sin embargo, durante siglos el "Corpus Areopagiticum" fue traducido, estudiado y comentado profusamente: Juan Escoto Eriúgena, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz. Los tratados y epistolario de Dionisio Areopagita han sido para el cristianismo una de las tradiciones más fecundas, sobre todo para la mística.
 
Por si fuese poco, a San Dionisio Areopagita no solo se le identificó con el autor del "Corpus Areopagiticum", sino que también se le confundió con San Dionisio de París (martirizado el año 272, con sus compañeros Rústico y Eleuterio, posiblemente en Montmartre -Mons Martyrum- de París). A San Dionisio de París se le representa, debido a su leyenda hagiográfica, como un santo cefalófaro (portador en sus manos de su propia cabeza.) Sin embargo, en la Cristiandad la iconografía de San Dionisio Areopagita se confundió con la de San Dionisio de París; lo podemos ver en antiguos grabados, por ejemplo el de San Dionisio Areopagita de Jerez de la Frontera, ciudad que lo tiene como Santo Patrón desde la vuelta del culto cristiano a la ciudad.
 
Nuestro San Dionisio, tal y como nos lo pinta D. Juan Montijano, no llevaba su cabeza en las manos, como el de París, pero sí que iba revestido conforme a su orden episcopal, portando "en su mano una gran esfera, de color azul oscuro". El color azul está vinculado simbólicamente con la devoción, pero en el caso particular de San Dionisio la razón de una "gran esfera, de color azul oscuro" nos remite a la anécdota que más arriba hemos contado sobre el prodigioso eclipse que le hiciera exclamar la frase que se le atribuye. "El azul es la oscuridad devenida visible" -decía Gaston Bachelard; y que la bola fuese de "azul oscuro" nos está recordando que la completa noche se hizo visible con la muerte de Cristo en la Cruz.
 
San Dionisio hacía aparición por nuestras calles en la mañana del Viernes Santo: el pueblo le estaba agradecido por haberlo librado de las consecuencias más calamitosas del terremoto de 1680. Pero la clerecía de San Pedro Apóstol lo reservó para darle un culto más interno, más acorde con quien pasa por ser el gran transmisor de la iniciación mistérica cristiana: el misterioso Doctor del Arcano que nos habló de "secreta y sagrada tradición" (sic), que enseñaba que: "Nosotros, los hombres, no podríamos en modo alguno elevarnos por vía puramente espiritual a imitar y contemplar las jerarquías celestes sin ayuda de medios materiales que nos guíen como requiere nuestra naturaleza" ("De Jerarquía celeste").
 
El clero de San Pedro Apóstol de aquellos tiempos todavía sabía estas cosas. Hoy se han olvidado muchas, pero algunos encontramos en ellas nuestro alimento espiritual más sólido.
 

BIBLIOGRAFÍA:
 
 
 
Montijano Chica, Juan, "Historia de la ibérica Tosiria"
 
Téllez Anguita, Francisco José, "Un análisis de religiosidad popular. Las cofradías penitenciales de Torredonjimeno"
 
López Cordero, Juan Antonio y Aponte Marín, Ángel, "Un terror sobre Jaén. Las plagas de langosta, XVI-XX"
 
Holzner, Josef, "San Pablo. Heraldo de Cristo"
 
OBRAS COMPLETAS DEL PSEUDO DIONISIO AREOPAGITA, edición preparada por Teodoro H. Martín-Lunas, Biblioteca de Autores Cristianos

 
 
 

jueves, 19 de marzo de 2015

DON MANUEL MUÑOZ GARNICA

El polígrafo ubetense D. Manuel Muñoz Garnica
 
"...las revoluciones principian por las ideas. Y entonces los partidos se disputan la enseñanza con interés."
 
(D. Manuel Muñoz Garnica,
"Discurso inaugural del Instituto de Segunda Enseñanza de Jaén",
1º de octubre de 1846.)
 
 
UN POLÍGRAFO DE ÚBEDA: OMNIA IN BONUM
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Tal vez una de las figuras más interesantes del Jaén decimonónico sea el Lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Jaén, D. Manuel Muñoz Garnica; y todavía resuena su nombre y apellidos en el siglo XXI. Esto, en buena medida, se debe a Juan Eslava Galán que, en sus libros, lo ha traído a colación en no pocas ocasiones. Sin embargo, poco se sabe de D. Manuel Muñoz Garnica y su figura se ve envuelta en un halo de misterio, suponiéndose que se hallaba entregado a actividades muy poco confesables como, pongamos por caso, la búsqueda del Tesoro de Salomón. Algunos, llevados por su fantasía, incluso supusieron una entrevista entre Muñoz Garnica y Bérenger Saunière, el párroco de Rennes-le-Château en una supuesta visita que éste hiciera a Toledo y a Jaén, lo cual es un despropósito puesto que la fecha en que supuestamente Saunière visitó Jaén, Muñoz Garnica llevaba años y años de estar muerto y enterrado.
 
 
Nuestro Muñoz Garnica nació en Úbeda el 25 de diciembre de 1821 en una familia linajuda, emparentada con los Condes de Belascoain y cuyo asentamiento en el Santo Reino de Jaén se remonta a la reconquista fernandina. Estudió en el Seminario de San Felipe Neri de Baeza y a la edad tan precoz de veinticinco años ya desempeñaba la cátedra de Lógica y publicaba un "Manual de Lógica" en 1846. Se doctoró en Sagrada Teología en la Universidad de Granada y en Letras por la Universidad de Madrid. Fue director del Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén y fundó el colegio de internos de esta entidad. En este Instituto conocería a quien sería su amigo, D. Benito García de los Santos (1823-1863), profesor de Historia Natural y estrecho colaborador del filósofo Jaime Balmes. También a resultas de su labor docente en el Instituto entró en contacto con el poeta republicano federalista Bernardo López, autor de la célebre Oda al 2 de mayo. Muñoz Garnica había colaborado con Balmes en "El Conciliador" y hasta hay una carta de Balmes a García de los Santos en la que el filósofo catalán refiere un viaje a Jaén y manda saludos al Lectoral de la Catedral de Jaén: "Quiere usted saber cuándo voy a Jaén; como yo no lo sé tampoco, mal puedo contestar. Salude usted al señor Garnica...".
 
 
Puede decirse que Manuel Muñoz Garnica fue, en toda regla, un polígrafo, dada la variedad de sus intereses científicos y culturales. Por encargo del entonces Nuncio de Su Santidad, Monseñor Barili, Muñoz Garnica escribió varios artículos publicados en "La España" (como "El Papa y la Guerra" ó "Los Unitarios italianos" para defender la Soberanía Pontificia.) La cuestión política siempre fue uno de los temas que le ocuparon, tanto la situación de España como los asuntos extranjeros centraron su atención; desarrollando así una apología del Papado en aquellos años en que las fuerzas del nacionalismo italiano arrebataban los Estados Pontificios al Santo Padre de Roma.
 
En cuanto a los problemas nacionales, Muñoz Garnica elaboró un ensayo en que trataba de arrojar luz sobre los primeros movimientos revolucionarios en el campo andaluz: "El Protestantismo y los Revolucionarios españoles" (1861), aquí ponía de manifiesto la subrepticia actividad británica en los asuntos españoles que generaba revoluciones para alterar la paz religiosa y social e impedir la prosperidad de España. Tras la Revolución de 1868, Muñoz Garnica acompañaría al Excelentísimo Señor D. Antonio Monescillo, Obispo de Jaén, a las Cortes Constituyentes de 1869; la lección de aquella experiencia la condensó en "De la moral y el Derecho" que incluso se llegó a traducir y publicar en Nápoles y Gante. Su actividad literaria fue enfocándose cada vez más en la dirección de rearmar la contra-revolución española, debido a las circunstancias de su época: en Jaén publicaba el año 1872 una colección de sus sermones bajo el título "Sermones varios con motivo de las presentes calamidades"; un año después, daba a la estampa "Ilustraciones al poema latino del Obispo Raugerio", folleto en el que, desde el estudio de un tema erudito, vuelve otra vez a reivindicar el poder espiritual y temporal del Papa. Sin embargo, la obra por la cual alcanzó mayor celebridad fue su "San Juan de la Cruz y su siglo", publicada en Bélgica con anterioridad a su edición española. En "San Juan de la Cruz y su siglo" Muñoz Garnica hizo una gran aportación a los estudios biográficos de San Juan de la Cruz. En "El Siglo Futuro" se estaban publicando sus textos sobre la "Imitación de Cristo y Tomás de Kempis" cuando el 15 de febrero de 1876 D. Manuel entregaba su alma a Dios. Muchísimos artículos dispersos en prensa local, provincial, regional, nacional y europea; algunos ensayos, reediciones, etcétera conformarían el legado de este polígrafo giennense.
 
Pero la labor docente y humanista no fue la única faceta de este hombre emprendedor que, además de fundar el colegio de internos para el Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén, con el propósito de facilitar la enseñanza a los naturales del entorno rural, también realizó una encomiable actividad fundacional en diversas líneas. Fue D. Manuel Muñoz Garnica el que realizó personalmente todas las diligencias para traer a las Hermanitas de los Pobres que habían sido fundadas en Bretaña por Santa Juana Jugan (1792-1879); a tal efecto se desplazó a la Bretaña francesa, donde radicaba la casa matriz de esta institución hospitalaria y, por su visita, se deduce que Muñoz Garnica se entrevistaría con la Madre Fundadora que en aquellos años todavía vivía y hoy está canonizada. Se salió con la suya, como era costumbre en hombre tan prudente y resuelto y pudo traer a Jaén a las Hermanitas de los Pobres para dar asilo a ancianos sin recursos. También a Muñoz Garnica le debemos que se nos conserve en Úbeda el oratorio de San Juan de la Cruz, edificado en la celda donde el santo de Fontiveros pasó a mejor vida, siendo su pretensión la de establecer en este oratorio una fundación de Carmelitas para custodiar el lugar donde San Juan de la Cruz entregó su alma a Dios. Salvó también la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, fundada por D. Francisco de los Cobos.
 
Eslava Galán supone que ciertos documentos que, según el novelista arjonero, revelan la existencia de una sociedad secreta jaenera (ocupada en buscar el Tesoro de Salomón, que los visigodos trajeron y ocultaron bien en Toledo o en Jaén), "fuesen los mismos que Muñoz Garnica ocultó en alguna parte de la catedral en 1868". No estoy en condiciones de decir que eso sea verdad o invención. Lo que sí hemos de poner fuera de toda duda es la ortodoxia intachable de D. Manuel Muñoz Garnica que, bajo ningún concepto, puedo imaginármelo en tratos con masones ni ocultistas. Lo que sí ocurre es que determinados asuntos a los que se aplicó Muñoz Garnica pueden parecer "esotéricos" (y, en un sentido lato, lo son); expliquémonos.
 
Cuando se llega a un determinado grado de conocimiento, como el que, a la luz de su producción literaria, podemos barruntar que alcanzó por sus cualidades y trabajo D. Manuel Muñoz Garnica, las cuestiones que se abordan son de un tecnicismo tal que dejan de ser "exotéricas", para convertirse en temas solo accesibles a iniciados. Por ejemplo, el interés que manifestó por la historia del cristianismo (en particular por el asentamiento de éste en Jaén y su despliegue histórico) es uno de los capítulos más "esotéricos".
 
A finales de 1864 llegaba a España el benedictino alemán Pío Bonifacio Gams (Mittelbuch, 1816- Munich, 1892), uno de los más eminentes historiadores eclesiásticos de todos los tiempos. Su proyecto era realmente titánico: reconstruir con la pasión científica que solo los alemanes saben poner en algo la Historia de la Iglesia española. Y el resultado de estas andanzas por España del sabio monje alemán florecerían en la monumental "Die Kirchengeschichte von Spanien" ("Historia de la Iglesia en España", en tres vólumenes) o en las "Spanische Briefe" ("Cartas de España"). Entre las cuestiones que estos libros abordan se hallan algunas de especial interés para el cristianismo universal (y, huelga decir, para el español): El Apóstol San Pablo en España, la venida y trabajos de los siete discípulos de los Apóstoles en España, la Iglesia de España desde la muerte de los siete apóstolicos hasta el principio del siglo IV, la Iglesia de España durante la gran persecución de Diocleciano y Maximiano, el Concilio de Elvira, Osio de Córdoba, la Iglesia de España desde la muerte de Osio hasta la conversión de los visigodos. El ímprobo trabajo del investigador alemán revela que lo que se jugaba era bastante serio: la demostración de la venida de San Pablo a España, entre muchas otras cosas.
 
Gracias a una nota que suele pasar desapercibida y que se halla al pie de una página de "Nobleza de Andalucía", libro de Gonzalo Argote de Molina que reeditó D. Manuel Muñoz Garnica, sabemos por el mismo Muñoz Garnica que el Padre Gams visitó Jaén y que éste le participaba sus hallazgos: "El sabio benedictino Dr. Pío Gams encontró en España la Bula con que no acertaron los eruditos extrangeros, y está difundiendo con mucha satisfacción la nueva de este hallazgo. Por las noticias que difunde tan ilustre historiador y por las que él mismo nos dio á su paso por Jaén...".
 
Inferimos, a resultas de los títulos de sus trabajos, que Muñoz Garnica tuvo un interés manifiesto por cuestiones políticas y sociales (suscitadas por el vértigo histórico), pero es innegable que fue un hombre que, por más que se metiera en esos charcos, tuvo siempre la clarividencia y la certidumbre de que el terreno de las ideas era el que exigía un cultivo para poder impedir o reparar la devastación revolucionaria en todos los órdenes. El núcleo de su pensamiento parece radicar en este pasaje de su Discurso Inaugural del Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén:
 
"...todo concurre y concurrirá poderosamente al mejoramiento de las sociedades, hasta su misma decadencia; y todo, con el tiempo, viene como arrastrado por la Providencia, hacia el destino que a cada pueblo señala Dios en la inmensidad con su dedo omnipotente [...] esto ha sucedido con todas las ideas y con todos los poderes del mundo, y esto mismo sucede hoy con la revolución de las ideas."
 
Este pensamiento rector es el que le guiaba en el laberinto del siglo tan convulso que le tocó vivir. Y este pensamiento hay que buscarlo en San Pablo, cuando escribe en la Epístola a los Romanos (8, 28): "Scimus autem quoniam diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum iis, qui secundum propositum vocati sunt sancti" ("Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados") Estar poseído por esta convicción que nace de la fe no exonera a nadie de actuar contra el mal, y así fue como Muñoz Garnica no se ahorró trabajos para combatirlo y reparar todo lo destruido, denunciando la obra destructiva de las tinieblas y restaurando todo lo que había arruinado la revolución o lo que la incuria de los hombres dejaba arruinarse; como pudo suceder (y su intervención impidió que sucediera) con el oratorio de San Juan de la Cruz.
 
El interés social y político de Muñoz Garnica no era la sólita novelería de los hombres que se dejan arrastrar por  lo último que sucede, sino que tenía raíces fuertes en una vida de cultura ahondada y elevada espiritualidad: el interés por los místicos como San Juan de la Cruz o Tomás de Kempis así lo hacen patente. Además de su actividad intelectual y social, Muñoz Garnica formó a su alrededor el embrión de una escuela intelectual (asunto del que me ocuparé en otra ocasión) que constituyó durante mucho tiempo el núcleo directivo de la cultura giennense.
 
Lo cierto -y lo triste- es que la obra de D. Manuel Muñoz Garnica se encuentra en el olvido, dispersa en periódicos y en bibliotecas, sin que a ninguna institución eclesiástica o civil se le haya pasado por la mente el gran servicio que a la auténtica cultura podría hacerle la constitución de una comisión de trabajo que reuniera todos los textos y libros de este sabio ubetense, para publicar lo que pudieran ser unas Obras Completas. Es algo que en cualquier país civilizado ya se hubiera hecho.
 
Es un proyecto que lanzamos desde aquí, a sabiendas de los obstáculos económicos que comporta una empresa cultural de tal envergadura. Dicho queda.

miércoles, 18 de marzo de 2015

SAN JUAN DE LA CRUZ EN LA VENTA VALERIANO*

San Juan de la Cruz y dos compañeros frailes en uno de sus viajes por Andalucía


DEL PASAJE QUE HIZO SAN JUAN DE LA CRUZ POR LA TORRE DON XIMENO EN SUS ANDANZAS POR ANDALUCÍA

Manuel Fernández Espinosa


Antonio Ortega Ruiz y Rafael Lizcano Prestel, dos de los pocos que se han aproximado a la historia de Torredonjimeno, se lamentaban del deplorable estado de los estudios históricos sobre Torredonjimeno, en los preliminares de una ponencia para el Congreso de Estudios de la Frontera de Alcalá la Real (1997); el historiador y el arqueólogo lamentaban la escasez de fuentes y decían que: "En otras ocasiones (sobre todo en época actual), se ha pretendido establecer la cientificidad de la documentación a partir de una reiterativa revisión y reinterpretación de los trabajos precedentes (MONTIJANO CHICA, 1983), ya que, como adelantábamos, los datos documentales sobre la localidad son parcos y mínimamente precisos, sobre todo hasta el siglo XV".
 
En efecto, la exigüidad de las fuentes documentales ha limitado mucho lo que sobre Torredonjimeno pudo decir D. Juan Montijano Chica, incluso puede achacársele poco método cientificista, pero si algo vamos sabiendo de nuestro pasado no podemos regatearle a D. Juan Montijano Chica el mérito de reunir, por desordenadamente que lo hiciera, los caudales tradicionales que traían noticia de Torredonjimeno, la ibérica Tosiria. Además de sus libros, D. Juan Montijano Chica también nos tuvo a su lado a no pocos interesados en nuestra historia local y, en algunos casos, sus discípulos lo fuimos muy tempranamente, siendo muy jóvenes o incluso niños. En la sacristía de San Pedro Apóstol o en su casa de la calle Rabadán mantuvo encendida la llama de la tradición y a su calor acudimos Francisco José Téllez Anguita, Manuel Jesús Cañada Horno o un servidor. También hubo, por lo tanto, una transmisión oral.
 
 
En la revista ÓRDAGO hemos reivindicado a D. Juan Montijano siempre, sin importarnos para nada la acrimonia de los cientificistas históricos. Pero no nos hemos limitado a citarlo, sino que lo hemos sometido a una revisión (para nada reiterativa, en tanto que apenas se han ocupado de mencionar a D. Juan Montijano para otra cosa que no fuese despreciarlo): el resultado no ha sido una reproducción de lo que D. Juan Montijano escribió o nos dijo, sino que tomando como inspiración la tradición, base insoslayable del conocimiento, lo hemos aumentado en la medida de nuestras fuerzas y, cuando ha sido menester, incluso corregido sin esas ínfulas que otros gastan arropados en sus títulos universitarios que, tal y como está la universidad española a día de hoy, sirven para poco.
 
 
En cierta ocasión puse por escrito (en la revista ÓRDAGO) algo que escuché del maestro, dando noticia del paso de San Juan de la Cruz por nuestras tierras, la reproduzco aquí literalmente:
 
 
"Viniendo de Córdoba, San Juan de la Cruz y Fray Pedro de la Madre de Dios, dicen las hagiografías del místico que tuvo su compañero Fray Pedro un percance en el camino. El fraile que acompañaba a San Juan de la Cruz cayó de la acémila sobre la que iba montado, fracturándose una pierna. San Juan de la Cruz buscó un lugar en donde reposar y atender con mejor cuidado a su acompañante, y decidió hacer parada en la próxima ermita que los andariegos hallasen en su camino, una vez que divisaron una el reformador carmelita se fue a orar a la Virgen que recibía culto en aquel santuario, curando luego la pierna de Fray Pedro de la Madre de Dios. Los textos que refieren el caso indican que este accidente se produjo en las proximidades de Porcuna, sin fijar el lugar sagrado en el que el santo operó aquel milagro en vida; sin embargo una antigua leyenda oral casi extinguida, transmitida de padres a hijos en Torredonjimeno, aseveraba que el santuario en el que San Juan de la Cruz curó a Fray Pedro de la Madre de Dios fue el de Ntra. Sra. de Consolación. Siguiendo el rastro de esta piadosa leyenda se hallaba indagando D. Juan Montijano cuando le sorprendió su muerte. Desconocemos el alcance de sus investigaciones, pero dejamos constancia de ello".


La figura prominente de San Juan de la Cruz no requiere presentación. El Doctor mysticus no solo fue un santo reformador carmelitano (con Santa Teresa de Ávila), sino que pocos santos llegaron a las cumbres del misticismo y de la poesía como el fontivereño. Por otro lado, también pudimos escuchar de nuestro también maestro Fray Alejandro Recio Veganzones que la Orden de los Carmelitas descalzos contempló la posibilidad de establecerse en Torredonjimeno durante el siglo XVI, aunque no prosperó la intención debido a la oposición que la Orden de Calatrava puso a su establecimiento y, suponemos nosotros, a no contar con ningún protector lo suficientemente capaz de hacer valer su patrocinio (como sí ocurrió con el Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad de Madres Dominicas).


Hasta la completa pacificación de nuestro territorio fronterizo, cuando se despejó la amenaza islámica del reino de Granada, las órdenes religiosas que se establecieron en nuestras tierras fueron las Órdenes Religioso-Militares (el Temple, Calatrava y Santiago) y las órdenes llamadas de redención (de cautivos): así los primeros que llegaron al Reino de Jaén fueron los trinitarios en 1246 y, en 1288 los mercedarios. Hasta 1354 no llegarían a Jaén los franciscanos, en 1382 los dominicos. La orden carmelitana llegó más tarde a Jaén. Esta orden, propagadora de la popular devoción a la Virgen del Carmen (Nuestra Señora del Monte Carmelo) tuvo su origen en el Monte Carmelo (en hebreo: Har ha'Karmel, en Tierra Santa), cuando unos cruzados se refugiaron en dicho Monte, para llevar vida eremítica: corría el siglo XII ó el XIII (según otros) y recibieron de Alberto, Patriarca de Jerusalén, una regla. Fueron los carmelitas originarios que se vincularon al profeta veterotestamentario San Elías, por razón del sagrado monte en el que se erigieron. En Jaén, dos de las figuras más grandiosas de la Historia de la Iglesia (y, en particular, del Carmelo) vivieron y fundaron sendos conventos: Santa Teresa y San Juan.


La reminiscencia de aquella tradición que transcribí en ÓRDAGO, sirviéndome de la noticia que me trasladó D. Juan Montijano, encuentra su constatación en el manuscrito 12738 de la Biblioteca Nacional de Madrid, la fuente más rica en noticias sobre la vida y andanzas de San Juan de la Cruz que incluye relaciones de testigos que lo conocieron, religiosos y seglares que trataron con el místico carmelitano, cartas y otros documentos de nuestro santo místico. En el folio 1047 de ese manuscrito que referimos se halla el relato con detalle de esta hazaña de San Juan de la Cruz en nuestro término municipal, conforme a la declaración que hizo fray Martín de la Asunción, en la ciudad de Baeza el 26 de abril de 1614, y que es la que sigue:


"Un día, viniendo de Córdoba el padre fray Juan de la Cruz y un hermano que se llamaba Pedro de la Madre de Dios, donado de nuestra santa Religión, que andaba con el padre fray Juan de la Cruz, porque era en aquella ocasión vicario provincial desta provincia, llegando los tres a un río que se llama el Salado, que está abajo de la villa de Porcuna, dio a correr el hermano por una cuesta abajo, y corriendo como iba se le quebró la pierna derecha y se cayó allí luego como muerto; y riyéndome (sic) yo de la caída antes que llegásemos los dos, me dijo el padre fray Juan: "No se ría, que se ha hecho mucho mal nuestro hermano"; y llegando a donde estaba nos apeamos, y tenía la pierna como una caña cascada y salidos los huesos, aunque no fuera de la carne. Y el padre fray Juan lo curó allí y lo subimos en una de las cabalgaduras, y llegando a una venta que está cabe Los Villares, parando allí a comer, le dijo fray Juan de la Cruz: "Aguarde, hermano; lo apearemos desa cabalgadura por que no se lastime". Y respondió el hermano: "Padre, ya vengo bueno, que no me duele nada". Y se apeó sano y bueno, como si no hubiera habido tal".


Con mucha probabilidad cabe fechar esta peripecia en el curso de la primavera o verano del año 1586, cuando San Juan de la Cruz visitó Córdoba con el encargo de fundar un convento de carmelitas descalzos. En Córdoba se hospedó en casa de D. Luis Fernández de Córdoba que, con el correr del tiempo sería Obispo de Salamanca, de Málaga, de Santiago de Compostela y de Sevilla. Era a la sazón Obispo de Córdoba D. Antonio Mauricio de Pazos y Figueroa que le dio licencia a San Juan de la Cruz para su fundación. El santo escogió el barrio de la Judería, en el que todavía vivían muchos judíos conversos y se inauguró aquella fundación en la capilla de San Roque de Córdoba.


El suceso hay que situarlo al regreso de San Juan de la Cruz, acompañado por fray Pedro de la Madre de Dios y por el que narra la anécdota, fray Martín de la Asunción: ambos acompañantes compartieron muchos viajes con el Doctor Místico, siendo confidentes de San Juan de la Cruz. Los tres frailes han dejado atrás Porcuna y fray Pedro de la Madre de Dios sufre el accidente. Fray Martín de la Asunción ríe la caída, pero San Juan de la Cruz le invita a ser más serio y cura a fray Pedro de la Madre de Dios. Cuando paran a yantar, lo hacen "llegando a una venta que está cabe Los Villares". Teniendo en cuenta que la caída de fray Pedro de la Madre de Dios se produce con Porcuna a sus espaldas, sería un despropósito pensar que los tres frailes, con uno herido, no pararan hasta llegar al municipio jiennense de Los Villares que a tanta distancia queda Porcuna y, más todavía, habiendo lugares habitados en el trayecto. Los Villares a los que se refiere fray Martín de la Asunción no puede ser otro lugar que Los Villares de nuestra campiña, que ya los trae mencionados el Catastro del Marqués de la Ensenada: "En la Campiña [de Torredonjimeno] están los sitios de Pozo los Mozos, La Torre, Cañada del Moro, Mellado, Lendinez, Escarchal, Niquesa, Pedro Gil, Juan Cubierta, Arco el Monte, Rabera, Salinas, Peñas Lisas, Valeros, Los Villares..."


Es imposible dejar de pensar que la Venta que se cita, que fray Martín de la Asución ubica "cabe los Villares" (esto es, cerca de Los Villares) pudiera ser la antecesora de la actual Venta Valeriano (ver en el mapa enlazado). Podemos suponer que los tres frailes, tras reponerse en la Venta, pudieron descansar y orar en la ermita de Nuestra Señora de Consolación y, sin ninguna duda, San Juan de la Cruz y sus dos compañeros tuvieron que pasar por Torredonjimeno.


Comprobamos así que, aunque D. Juan Montijano pudiera situar (a buen seguro que por motivos piadosos) la curación de fray Pedro de la Madre de Dios en nuestra ermita de Nuestra Señora de Consolación, poco se equivoca. Y comprobamos gustosamente que la tradición, tantas veces vilipendiada por aquellos que la ponen en cuestión y la critican, es a la postre un óptimo vehículo de conocimiento histórico, aunque tenga el gaje de poder ser un tanto imprecisa.


*Me tomo la licencia, para el título de este artículo, de nombrar como Venta Valeriano a la Venta en que demuestro que comieron San Juan de la Cruz y sus dos compañeros de viaje. Sin embargo, es fácil que supongamos que posiblemente la Venta tuviera otro nombre: ventas por aquellos parajes hubo varias, también existió hasta el siglo XX la Venta Illana que fue propiedad de mi bisabuelo Manuel Illana Camacho; e ignoramos desde cuándo se hace llamar nuestra Venta Valeriano con tal nombre. Pero sin embargo es bastante probable que por la ubicación estemos hablando de la Venta antecesora de alguna de las dos que refiero, más próximas en el tiempo a nosotros.
 

 
BIBLIOGRAFÍA:


Ortega Ruiz, Antonio y Lizcano Prestel, Rafael, "En torno al origen del núcleo urbano de Torredonjimeno, una ciudad de frontera: datos históricos y arqueológicos", separata del Congreso "Estudios de la Frontera. Actividad y vida en la Frontera", celebrado en Alcalá la REal, del 19 al 22 de noviembre de 1997.
 
Fernández Espinosa, Manuel, "Leyendas orales de miedos, duendes y prodigios de Torredonjimeno y alrededores" (Grupo Vernácula), Revista Cultural ÓRDAGO, número 2, Torredonjimeno, marzo de 1999, pág. 5.

Crisógono de Jesús, "Vida y obras de San Juan de la Cruz", Biblioteca de Autores Cristianos.