viernes, 10 de julio de 2015

LOS HERMANOS SENISE

Foto de Manolo Fernández.
Los tosirianos Antonio y Paco Senise,
fotografía de andaluciainformacio.es
 
 
 
DOS ARTISTAS DE LA CALLE EL NORTE
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
En la segunda mitad del siglo XIX llegó a España, procedente de Italia, un relojero italiano. Con el tiempo, este honesto relojero vino a Torredonjimeno, se ocupó del reloj de la torre del Palacio Municipal y se asentó aquí. Puede resultar curioso que un italiano viniera a parar a la villa tosiriana, pero hemos tenido ocasión de ver en los archivos parroquiales más italianos de los que cabe suponer. Casi todos emigraron de Italia por los conflictos que en ella se produjeron a lo largo de la centuria decimonónica: en la primera mitad del XIX fueron los liberales italianos, conspiradores y terroristas que el gobierno del trienio liberal acogió concediéndoles incluso una pensión. Pero, en la segunda mitad del diecinueve, los italianos que abandonaron su patria para asentarse en España o, más allá del Atlántico, en América, era gente de paz, como este Senise que vino a ocupar la plaza de relojero municipal. Esta emigración la formaban familias y gentes con sus oficios y no pocos venían de los Estados Pontificios que habían sido suprimidos por el Risorgimento.
 
Aquel relojero italiano que vino a vivir y terminar entre nosotros era el abuelo de los Hermanos Senise. Los Senise eran tres hermanos: María, Antonio y Francisco José Senise Colmenero. Su padre, como el abuelo, también tenía el oficio de relojero. Se casó con una Colmenero que, aunque no puedo aseverarlo, probablemente sea de Jamilena. Según cuentan los que trataron a Antonio y a Paco Senise (mi padre, sin ir más lejos, era vecino de ellos y compañero de andanzas) los hermanos Senise disponían de una inventiva incesante: no paraban de inventar juguetes o juegos, iban a cazar pajarillos por las Celadas, correteaban por el solar en que había estado el Cementerio Viejo, disparaban con escopetas de plomo y hasta hicieron informalmente un torneo de boxeo con los chavales del barrio, para el que se emplearon guantes pugilítiscos, que para la época era una novedad a la vista para aquellos niños. Se puede decir que los Hermanos Senise siempre fueron asaz inquietos y la chiquillería de aquellas calles estaba bastante entretenida. Estos honrados italianos que tuvieron que abandonar su patria por los trastornos de la época -me pregunto a veces: ¿serán familia del famoso actor norteamericano Gary Sinise? Me refiero al "Mac Taylor" de CSI Nueva York. El apellido es el mismo (la grafía, cosa comprobada, puede variar pero compartir el mismo tronco familiar) y el origen es el mismo: Italia.
 
A los hermanos Antonio y Francisco José Senise se les quedó chico Torredonjimeno y, haciendo gala de su efervescente imaginativa, encauzaron ésta por el mundo del arte: maquetas y miniaturas, grabados y hasta óleos, pergaminos, heráldica, grabados a buril. Aunque ensayaron muchas técnicas y realizaron verdaderas obras de arte en muchos materiales y con diversos métodos, lo que les granjeó la fama fueron sus maquetas arquitectónicas. Eran dos talentos, brillantes y capaces, que fueron reconocidos en el ámbito nacional y en el internacional. No tuvieron escuela definida ni maestro, por lo que Luis González López pudo escribir de ellos en 1963: "Los hermanos Senise son autodidactos por voluntad propia y porque no han tenido medios para elegir". Sin embargo, la pasión que pusieron en cuanto hacían, sus innatas habilidades, sus exhaustivas investigaciones, su estudio y aplicación no eran los de unos aficionados. Reprodujeron en maqueta la Catedral de Sevilla y la  de la Giralda, lo cual les valió un premio internacional en 1950. La puerta del mundo se les abrió: se les encargó la maqueta de la Catedral de San Patricio de Nueva York, para la que fueron becados y allí les firmó un libro el Cardenal Spellman que, por sus dotes económicas, fue llamado "Cardinal Moneybags" (el Cardenal Monedero). Los Hermanos Senise también reprodujeron a escala el Duomo de Milán y el Santuario de Lourdes y tantos trabajos más. 
 
Llevan mucho tiempo fuera de Torredonjimeno, pues se fueron jóvenes y acabaron asentándose en Jaén capital, con su taller en la calle Salido nº 9. Pero en Torredonjimeno todavía hay gente que los recuerda con cariño y tenemos el honor de llamarlos paisanos.

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