sábado, 31 de diciembre de 2016

LA MEMORIA HISTÓRICA DE 1650 Y 1942

Pedro Rico, ejecutado injustamene en 1942


NO ES UNA FICCIÓN BORGIANA, ES UN CASO HISTÓRICO

Manuel Fernández Espinosa ("Aitzindari")


La reciente publicación del retrato de Pedro Rico Blanca (q.e.p.d.) me ha conducido a contar algunas cosas que podrán ser del interés de los lectores de nuestro blog. Lo que voy a contar fue para mí un hallazgo sorprendente y diría que providencial. Primero, fue encontrar los datos... Pero cuando reparé en la coincidencia del nombre y apellidos pensé si no era materia de uno de los relatos del genial Jorge Luis Borges. 

Voy a contar el caso, pues merece la pena por un justo ejercicio de memoria histórica que podemos remontar al siglo XVII.

En el año 2000 mi amigo Luis Gómez y yo trazábamos los artículos que conformarían el número 5 de nuestra revista local ÓRDAGO. Investigando en los archivos habíamos topado con una mención que nos pareció en extremo tan enigmática como sugerente. En un libro de primeros del siglo XIX pudimos leer: "y también a los que mueren por disposición de la Justicia (...) como consta de los muchos exemplares verificados en el año del tumulto que fue el de seiscientos y cinquenta". Aquello del "tumulto" era la primera vez que lo veíamos. Intuimos que ahí había una historia sin contar que merecía la pena trabajarla. En ese sentido, pensamos que la persona más competente para hacerlo no era otro que el historiador Francisco-José Téllez Anguita, sobradamente conocido por sus muchísimas aportaciones a nuestra historia. Hablando con Francisco-José Téllez nos confirmó que, en efecto, según sus investigaciones en los archivos municipales había constancia de un "tumulto" que tuvo como resultado el linchamiento del entonces alcalde Alonso Cobo. Téllez Anguita tenía suficientes datos como para hacer un artículo que publicamos en ÓRDAGO: "Un motín de subsistencia en el Torredonjimeno del siglo XVII". Por lo que se deducía del fragmento del siglo XIX la revuelta fue sofocada con dureza e incluso con la ejecución de algunos tosirianos. Faltaba saber quiénes eran y por eso Luis Gómez y yo nos volvimos a meter en los archivos parroquiales de San Pedro Apóstol y esa felicidad que posee al investigador se volvió a producir cuando felizmente dimos con el nombre de los ajusticiados el 10 de julio de 1650. Eran seis (subrayo lo de seis) y sus nombres eran:

Pedro Rico Martos

Benito Rabadán

Luis de Guevara

Juan Báez

Bartolomé de Ortega Fuenlabrada

y Bartolomé Sánchez.

Hasta aquí, todo bien. Lo que me produjo un escalofrío fue que, pasados los años, leyendo "La Guerra no acabó en el 39" de Luis Miguel Sánchez Tostado, pude ver por fin los nombres de los seis tosirianos ejecutados el 28 de octubre de 1942. Que los ejecutados en la plaza mayor de 1650 fuesen seis, ya era una coincidencia. Pero la coincidencia más sorprendente era encontrar que el nombre y apellido de Pedro Rico estaba en la lista de ejecutados de 1650 y el mismo nombre y apellido -Pedro Rico- volvía a repetirse en 1942. Lo llegué a comentar en alguna conferencia que otra sobre el asunto, nada más descubrirlo.

La historia de 1942 se la escuché a más de uno de mis mayores; ya había democracia y me lo contaban todavía con voz baja, no fuese que nos oyera alguien. Me lo contó, por ejemplo, mi vecino Cosme Moreno y sé que mi abuelo fue uno de los muchos vecinos que primero metieron en el Bar Regina, para luego llevarlos a ver los cadáveres: toda la gente que se hallaba en la plaza mayor ese día fue conducida al interior de los bares y algunos señoritos estaban en el balcón del ayuntamiento, asistiendo a la ejecución como quien va a los toros. D. Juan Montijano de la Chica fue el encargado de suministrar los últimos auxilios espirituales a los reos. Y Cosme Moreno decía que uno de aquellos antes de morir había gritado: "¡Viva el comunismo!" antes de segársele la vida: no lo sé, la verdad, pero eso fue lo que me contaron. Esa historia es sobradamente conocida en Torredonjimeno, estremece todavía que seis inocentes fuesen ejecutados. Los antecedentes de la ejecución pública de octubre de 1942 pueden encontrarse en que una partida del maquis había asesinado a D. José Calabrús, rico hacendado local. Pero se decidió dar un escarmiento a la población, haciéndole pagar a justos por pecadores, pues hay que destacar que -como todo el pueblo sabía- aquellos seis convecinos nuestros no tenían nada que ver, se dedicaban al estraperlo, sí: pero no habían matado al Calabrús.

Nos lo cuenta el nieto de D. Pedro Rico Blanca: "El 28 de octubre de 1942 el Juez Militar, teniente Jesús Cortés Cortés ordenó de forma sorprendente y aleatoria que seis de los catorce detenidos por estraperlo fueran conducidos desde la prisión provincial hasta la plaza del pueblo donde fueron fusilados en un acto público ejemplarizante que provocara el terror en la población izquierdista de Torredonjimeno, que fue obligada a circular ante los cadáveres después de escuchar los aplausos y vivas a España de las autoridades y derechistas del pueblo cuando estos desdichados cayeron acribillados siendo totalmente inocentes del crimen del que se les acusaba y después de sufrir durísimas torturas en la prisión provincial", así lo cuenta el nieto de uno de ellos, Pedro Rico Martos, en "28 de octubre de 1942. Un día negro en la historia de Torredonjimeno (Jaén)"

Luis Miguel Sánchez Tostado que ha estudiado exhaustivamente esa época pone de manifiesto que la medida, además de injusta y extrema, era poco frecuente: "La pretensión de organizar un acto de represalia ejemplarizante tras el asesinato de D. José Calabrús lo prueba el hecho de ser conducidos a su pueblo natal para ser ejecutados, algo verdaderamente inusual para los recluidos en la prisión provincial, pues los condenados a pena de muerte, independientemente del municipio de su naturaleza, fueron ejecutados en el cementerio de San Eufrasio de la capital. A ello hay que sumar la ausencia del requisito legal preceptivo de confirmación o conmutación por el Jefe de Estado para que la ejecución de la sentencia a la última pena pueda llevarse a efecto." ("La Guerra no acabó en el 39. Lucha guerrillera y resistencia republicana en la provincia de Jaén -1939-1952"; la letra negrita es mía).

Los ejecutados aquel día de 1942 fueron:

Pedro Rico Blanca

Francisco Cañada de la Cruz
 
Pedro Jaén Arquillos
 
Manuel Lozano Martos
 
Juan Pérez Aguilera
 
Juan José Gómez Hornos.

Seis en 1650 y seis en 1942. Y en los dos casos nos encontramos a un Pedro Rico. Si esta historia la hubiera conocido Jorge Luis Borges, ya digo, hubiera salido una de sus mágicas narraciones.

Los seis de 1942 yacen aún en el patio primero del cementerio de Torredonjimeno, en la fosa común con el Código 2308701 del Mapa de Fosas de las Víctimas de la Guerra Civil y la Posguerra de Andalucía, elaborado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Al margen del caso de las coincidencias nominales, es justo reivindicar la memoria de todos los caídos y más todavía cuando no derramaron sangre de nadie y la suya fue derramada, truncándoles la vida a ellos y a sus familias. En aquella conferencia que pronuncié sobre el asunto para un auditorio local reclamé -y ahora nuevamente lo hago- que sería un acierto que nuestra Plaza Mayor tuviera una lápida en memoria de los seis de 1650 y de los seis de 1942.

Perdonar, corresponde a las víctimas, es un derecho inalienable de ellas. Pero una comunidad no puede permitirse el lujo de olvidar a sus vecinos, caídos por el aparato represor de los poderes.


No quiero terminar sin agradecer a José Rico Teba, nieto de Pedro Rico Blanca, y a Antonio Rama Cámara, colaborador de ÓRDAGO, sus aportaciones escritas y gráficas.

Feliz Año 2017 a todos.
 

viernes, 16 de diciembre de 2016

SOBRE LOS VILLALTA DE TORREDONJIMENO: CUESTIONES PENDIENTES

Efigie de Gonzalo Fernández de Villalta, Caballerizo Mayor del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, en la Iglesia Parroquial Mayor de San Pedro Apóstol
 
 
Manuel Fernández Espinosa

 
DIEGO DE VILLALTA Y LA FUNDACIÓN MÍTICA DE LA HEGEMONÍA MARTEÑA
 
 
Aunque de un tiempo a esta parte el gran vacío de información que había sobre los Villalta en nuestra comarca ha sido paliado por excelentes trabajos (como son las páginas a los Villalta dedicadas por el investigador marteño D. Manuel López Molina, el genealogista D. Andrés Nicás o las que nosotros mismos hemos publicado en ÓRDAGO), lo cierto es que de nuestros Villalta todavía nos queda mucho que conocer.
 
En el plano cultural, la figura más prominente que dieron nuestros Villalta fue el humanista Diego de Villalta. Manuel López Molina estableció (sobre las bases de testimonios prestados por el mismo Diego de Villalta) que éste pudo nacer en los meses del año 1524 a 1525 aproximadamente y el mismo López Molina conjetura que sus años de infancia los pasó Diego de Villalta en Torredonjimeno. El reputado historiador marteño apunta que, tras su niñez, Diego saldría del Reino de Jaén, pudiéndosele localizar en Granada, Sevilla, Toledo, Madrid, El Escorial y creemos que no sería descabellado pensar que también pasara por Salamanca y Alcalá de Henares.
 
López Molina dice de Villalta que: "Pasados estos años [se refiere a su infancia], detectamos por primera vez su presencia en la Villa de Martos en el año 1550 y desde ese año hasta el final de su vida, en 1615, Diego de Villalta estuvo muy relacionado y metido en los asuntos más importantes que se desarrollaron en Martos, en donde residió en unas casas-principales en la calle de Gracia, cerca de la fuente la Villa, próximas a la parroquia de Santa Ana y San Amador". Creemos que es demasiado suponer que permaneciera, desde 1550 hasta el fin de sus días en Martos, sin moverse. Y prueba de ello las trae Andrés Nicás Moreno que resume la información que el mismo Diego de Villalta realizó el 29 de noviembre de 1599 en la villa de Torredonjimeno: en ese testimonio, Diego de Villalta refiere que se halló con su hermano D. Juan en la Batalla de Orán, bajo el mando del Conde de Alcaudete (suponemos que sería la del año 1563), contándonos que su hermano D. Juan cayó muerto allí y que él mismo fue capturado por los turcos, sufriendo cautiverio en Argel hasta que satisfizo su rescate, haciendo un desembolso de más de 600 ducados.
 
Según Juan Higueras Maldonado, nuestro Diego de Villata tuvo como maestro al cordobés Ambrosio de Morales (1513-1591) y en opinión de Higueras Maldonado, fueron las letras las que le ganaron y la carrera de las armas parece que no le atrajo. Estuvo al frente de cargos políticos de relevancia en la villa de Martos, pero en opinión de López Molina su carrera política resultó severamente perjudicada por el memorial de quejas que, en el año 1554, los vecinos de la villa de Martos presentaron a Carlos I, a través de Antonio Gutiérrez, a la sazón Síndico Personero: en dicho memorial iban las quejas de la vecindad por abusos y agravios cometidos por los regidores perpetuos marteños desde el año 1546 hasta el de 54 y, aunque Villalta no fuese denunciado por cometer estos desafueros, los cargos que ocupaba lo hacían cómplice por omisión y puede suponerse que este memorial supuso el truncamiento de su carrera política.
 
Entre los años 1579 y 1582, Diego de Villalta escribe su "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos". Este libro echa los cimientos de la fundación mítica de Martos, recurriendo -como era sólito en la época- a la mitografía grecorromana; aunque Villalta atiende a los descubrimientos arqueológicos de su época y exhibe un gran conocimiento de los clásicos, la antigua Tucci es vista como la ciudad de Hércules Líbico y también como la ciudad de Marte (los orígenes de Martos se sitúan así en una edad idealizada que le otorgan a la ciudad el prestigio que demandaba la mentalidad cultural de las elites de la época), pero no es el primero ni el único marteño que hace esto: recordemos que las páginas que Francisco Delicado dedica a Martos en su "Retrato de la Loçana andaluza..." (Venecia, 1528) ya mitologizaban sobre las visitas del dios Marte a la ciudad de la Peña. Delicado y Villalta fundan con sus relatos mitologizantes respectivos una ciudad de Martos que, con esos orígenes que le atribuyen, ejercerá sobre toda la comarca su preeminencia indiscutible. Y si Delicado se muestra en su "Lozana Andaluza" más fraternal para con Torredonjimeno, Villalta (aunque nacido aquí y tal vez por eso mismo) muestra a lo largo de su libro una cierta actitud desdeñosa por su villa natal. Así las cosas, habría que esperar a los humanistas tosirianos del siglo XVIII (el franciscano fray Juan Lendínez y el fraile mínimo fray Alejandro del Barco) para que Torredonjimeno, Jamilena, Higuera y Santiago de Calatrava, así como otras localidades de la comarca (Porcuna, Arjonilla, Arjona, etcétera) empiecen a tener una cierta voz en la comarca, refiriéndose los títulos de nobleza que pudieran esgrimirse para no ser ninguneados del todo por Martos.
 
Se sabe que, además de "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos", Villalta escribió "Vida de D. Pedro Girón, Maestre de Calatrava" y el "Tratado de las estatuas antiguas".
 
López Molina fecha la muerte de Diego de Villalta en 1615, por un documento en que el colector de la Iglesia Parroquial de Santa Marta de Martos requiere a uno de sus hijos, a Gerónimo de Villalta, que éste pague los gastos de su entierro. Por ello se deduce que la familia, aunque de antigua prosapia, tenía que estar pasando estrecheces económicas.
 
 
OTRAS INCÓGNITAS TODAVÍA POR RESOLVER ACERCA DE LOS VILLALTA
 
 
Además de las muchas lagunas que la biografía de Diego de Villalta presenta, decíamos al principio que, por mucho que sepamos de los Villalta, todavía quedan muchas líneas de investigación que están por desarrollar. En la confianza de que los investigadores jóvenes den de sí a estas, voy a presentar algunas de ellas.
 
LOS VILLALTAS EN GUERRAS DE BANDERÍAS:

El origen de los Villalta hay que remontarlo a su cuna en Aragón, como así nos lo previene el P. Barco; parece que la primera localidad giennense en que se asentaron estos aragoneses fue Iznatoraf, pasando de ella a Torredonjimeno y Martos y, más tarde, a Córdoba. El P. Barco dice sobre los Villalta andaluces que: "La calidad, y el valor de los famosos Villalta no se olvidará jamás en nuestras Andalucías, donde siempre existirá, para perpetua memoria, la Cañada que conserva el nombre de la matanza, por la que hicieron en ella los valerosos Villalta, de los Ibañez sus competidores". Podemos suponer que tuvo que ser alguna guerra de banderías, entablada por los Ibañez y los Villalta, pero aunque existe un topónimo en el mismo término de Torredonjimeno llamado así: "La Cañada de la Matanza", no estamos seguros de que sea el escenario de esa masacre que perpetraron los Villalta sobre los Ibañez, ni la fecha en que tuvo lugar este choque de clanes.
 


LA CABEZA DE ÁGUILA EN EL ESCUDO
 
Cuando la famosa Casa de la Torre, residencia multisecular de los Villalta, se vendió en la década de los 70 del siglo pasado y se procedió a la demolición del magnífico palacio (una de nuestras pérdidas más imperdonables), el buen alcalde D. Eugenio Martos tuvo la iniciativa de poner a buen recaudo la portada y balcón principales de esta casa palacio, trasladándolos a la parroquial de la Inmaculada Concepción de Santa María de Torredonjimeno que los acogió como elementos arquitectónicos y testimoniales de una magnificencia liquidada. El escudo que sobre esa puerta, trasplantada al muro parroquial, podemos ver, desde la acera de la placeta de Santa María, está mutilado; apenas es perceptible la amputación que sufrió en circunstancias que podemos imaginar. Cuando se trasladó el escudo todavía con el águila se estaba empezando la transición democrática y el águila de San Juan en el escudo nacional ya empezaba a ser políticamente incorrecta. Es muy probable que alguno destruyera la cabeza del águila del escudo de los Villalta, pensando -eso de pensar es un decir en estos casos- que se trataba del águila dirían que "franquista". Como puede comprobarse en fotografías de la portada en su ubicación original, el escudo tenía la cabeza de un águila. La respuesta se encuentra al menos esbozada en la "Cuadra Dorada" de la Casa de los Tiros de Granada.


CRISTÓBAL DE VILLALTA, HÉROE REPRESENTADO EN LA CUADRA DORADA

 
Allí, en la Casa de los Tiros granadina, hallamos la artística estancia llamada la "Cuadra Dorada" (también se la denomina "Cuadra de Oro"). Esta sala noble está exornada por pinturas murales y por un artesonado en el que se representan figuras y textos. Entre estas figuras encontramos una que, junto con su texto, es particularmente interesante para nuestras pesquisas. Entre reyes y héroes famosos de España, hallamos a "Cristóbal de Villata, español, entre otras muchas hazañas que hizo, doró el águila haciendo las hazañas que se requieren". ¿Quién era este Cristóbal de Villalta? ¿Cuáles fueron "las hazañas que se requieren"? Lo que no cabe la menor duda es que los Villalta de Torredonjimeno se sentían herederos de este Cristóbal de Villalta, dado que el escudo que labraron para su morada tosiriana llevó ese elemento heráldico del "águila" (hoy desaparecida, suponemos que por la incultura de alguno que confundió la cabeza aquilina del escudo de los Villalta con el águila de San Juan del escudo de España (que es de los Reyes Católicos y no, como creen los ignorantes, de Francisco Franco.)
 

 
LAS EFIGIES DE SAN PEDRO APÓSTOL


La factura de las efigies que podemos contemplar en el alfarje de la Cuadra Dorada granadina presentan una similitud muy pronunciada con los relieves que encontramos en el actual Baptisterio de la Iglesia Parroquial Mayor de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno y de los que mi amigo Luis Gómez López habló por vez primera en su artículo "Nuestra sede canónica (II) Los bajorrelieves de la Capilla del Cristo del Amor y Nuestra Señora de las Angustias" (publicado en la revista ENCUENTRO, nº XV, de la Hermandad y Cofradía de Hermanos Nazarenos de Jesús Preso y de Nuestra Señora del Rosario") y cuyas imágenes aquí reproducimos.
 
Creo que ha quedado suficientemente demostrado que, aunque han sido muchos y excelentes los trabajos que sobre los Villalta han visto la luz en las dos últimas décadas, todavía hay mucho que sacar a la luz, para interpretar y comprender, para mejor conocer nuestro pasado que, al igual que nuestro futuro, todavía está inédito. 
 
Efigie de antepasado mitificado, pendiente de ser idenficado
 


BIBLIOGRAFÍA:
 
 
López Molina, Manuel: "Aproximación histórica al humanista marteño Diego de Villalta", Boletín de Estudios Giennenses, nº 153 (Jaén, 1994)
 
 
Nicás Moreno, Andrés: "Heráldica y genealogía en el Reino de Jaén", Diputación Provincial de Jaén - Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 1997
 
 
Higueras Maldonado, Juan: "Humanistas giennenses (s. XIV-XVIII), Universidad de Jaén, Jaén, 1999
 
García Luján, José Antonio: "La Casa de los Tiro de Granada", Granada, 2006
 
 
Villata, Diego de: "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos"
 
 
Delicado, Francisco: "Retrato de la Loçana Andaluza..."
 
 
Barco, Alejandro del: "Las colonias gemelas reintegradas..."
 
 
REVISTA ÓRDAGO: en especial, el artículo de Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa, "Nobleza tosiriano: el legado de la familia Villalta", nº 3, Torredonjimeno, 1999

jueves, 8 de diciembre de 2016

LA PRIMERA IGLESIA PARROQUIAL DEDICADA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Iglesia Parroquial de Santa María de la Inmaculada Concepción de Torredonjimeno,  


NUESTRA PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE TORREDONJIMENO



Manuel Fernández Espinosa



Una de las tradiciones que D. Juan Montijano de la Chica nos transmitía a cuantos tuvimos ocasión de compartir con él sus amenas y provechosas tertulias era que nuestra Sacra Iglesia Parroquial de Santa María de la Inmaculada Concepción era la primera iglesia parroquial que se erigió bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.
 
Este pueblo que tan poco hace por reclamar sus glorias pretéritas tiene esto olvidado y, por eso mismo, será entonces que otras iglesias parroquiales de España reclaman ser la primera en ostentar el título de la Inmaculada Concepción. Aprovechando hoy la Festividad de la Inmaculada Concepción he echado un vistazo por la red, a ver lo que se decía por "ahí".
 
Encontré que la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Huelva pasa por ser presuntamente el primer templo dedicado a la Inmaculada Concepción. Indagando sobre el asunto que nos concierne encontré que, según la documentación onubense, en mayo de 1505 un señor, por nombre llamado Cristóbal Dorantes, otorgó sus casas para que se levantara sobre el solar la segunda parroquia de Huelva, dedicándose a Nuestra Señora de la Concepción. Las obras de su edificación comenzaron en 1515, construyéndose en estilo gótico-mudéjar. Pero por ningún lado encontré la fecha de su consagración. Nadie discute el laudable propósito del Sr. Dorantes que porfió en titular la iglesia bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, pero en Torredonjimeno nos adelantamos a su piadoso propósito.
 
Según D. Alfredo Ureña Uceda, "la primera noticia constatada sobre la necesidad de la construcción de esta nueva iglesia para acoger a la creciente población tosiriana se remonta a 1490".
 
Así que, contando con la intención, será justo reivindicar que Torredonjimeno ya le llevaba 15 años de ventaja a Dorantes y a los onubenses y nos anticipamos a toda la Cristiandad. Las trazas del edificio de nuestro templo parroquial son mucho más antiguas que las del de Huelva. Nuestra iglesia se hizo en estilo tardogótico, con una participación más que probable de albañiles formados en las escuelas arquitectónicas de Europa: lo indican la factura de los nervios góticos, así como la apertura de la puerta mayor de la parroquia en la misma base de la torre campanario (elemento que podemos ver en la también gótica Iglesia Mayor de Ulm, Alemania) . Nuestra parroquia sería consagrada el 11 de octubre de 1529 por el teólogo tosiriano Sr. D. Diego de Calatayud, obispo dimisionario de las Islas Cícladas, que actuó en delegación del Obispo de Jaén de aquella fecha, D. Esteban Gabriel Cardenal Merino. 
 
De entre todos los bautizados en ésta parroquia nuestra destacan sobre todos, por su fama mundial, D. Pedro Cortés de Armenteros, Capitán de la Armada española en Nápoles, la madre del Almirante Oquendo y el General carlista D. Miguel Sancho Gómez Damas. 
 
Don Juan no sólo nos lo dijo por tradición oral, también lo escribió en su libro "Historia de la Ibérica Tosiria":
 
"Se da la circunstancia de que es la primera Iglesia Consagrada al misterio de la Inmaculada Concepción de María Santísima".
 
Muchos siglos antes de proclamarse el dogma de fe de la Inmaculada Concepción, definido en la bula "Ineffabilis Deus", de 8 de diciembre de 1854, lo mismo Torredonjimeno que Huelva pugnaban por extender la devoción con celo. Sabido es el litigio que se arrastró durante siglos a cuenta de la Inmaculada Concepción: los dominicos eran bastante reacios a proclamarla y sus más denodados defensores (tal el caso de Duns Scoto) fueron los franciscanos. En España prendió con un inusitado fervor el "inmaculismo" y por ello fuimos lós más acérrimos defensores de la Purísima Concepción.
 
Por eso, nuestro cronista franciscano del siglo XVIII, el Reverendo Padre. fray Juan Lendínez, todavía recordaba las coplas que en la villa se cantaban en loor de la Inmaculada Concepción, dejándonos estos cuatro versos de Miguel Cid (1550-1615), que son el testigo fiel de la adhesión incondicional de nuestros antepasados por este amabilísimo dogma:
 
 
TODO EL MUNDO EN GENERAL
A VOCES REYNA ESCOGIDA,
DIGA QUE SOIS CONCEBIDA
SIN PECADO ORIGINAL.

jueves, 24 de noviembre de 2016

CIEN AÑOS DE SAN JOSÉ DE LA MONTAÑA EN TORREDONJIMENO

La Puerta de Jaén, con la torre campanario de la iglesia de San José de la Montaña de Madres de Desamparados



NOTAS PARA UN CENTENARIO RELIGIOSO LOCAL

Manuel Fernández Espinosa


Allá por 1883, mientras se construía el Asilo de San José para huérfanas en Ronda, la Beata Madre Petra de San José que estaba allí recibió una carta de Andújar que le proponía que su congregación se encargara de un asilo. Cuando Madre Petra pudo acudir, con todos los trabajos apostólicos que llevaba adelante, lo hizo y la congregación terminó instalándose en el antiguo convento de San Juan de Dios. Se inauguró la vida de esta congregación en Andújar el 31 de enero de 1885. Las Madres de Desemparados con sede en Andújar vinieron a Martos a finales de 1886 y aquí entablaron relación con Doña Dolores Escovedo y Callejón, Marquesa de Blanco-Hermoso. Esta tan piadosa señora invitó a Madre Petra a abrir nuevo asilo para ancianos desemparados en su propia casa (antigua calle Triana, nº 2, de Martos; hoy calle Dolores Escovedo); se inauguró en Martos ese asilo el 4 de noviembre de 1887 y una Madre Fundadora y una Marquesa lo inauguraron lavando los pies de los ancianos y se cuenta que los pobres marteños se decían entre sí: "Casi ná... Una madre fundadora y una marquesa". Se da el curioso caso de que, según tradiciones familiares de los Escovedo, la Marquesa había escuchado a sus mayores decir que el predicador y taumaturgo capuchino, Beato Fray Diego José de Cádiz, habiendo estado en esa misma casa allá por la segunda mitad del siglo XVIII le había dicho a sus moradores, ancestros de la Marquesa, que "Algún día esta casa pertenecerá a una Congregación religiosa que todavía no está fundada".

A Torredonjimeno llegan un poco más tarde y lo hacen de la mano de la virtuosa señora Doña Amparo Padilla Gómez (descendiente coletaral del famoso General Gómez). Amparo Padilla (que hasta hace poco tenía dedicada la calle La Muela a su nombre) nació en Torredonjimeno en 1877y murió bastante joven en Madrid el año 1906 a los 29 años. Como señora de espléndido patrimonio y honda fe religiosa dejó mandado en su testamento muchas donaciones a la Iglesia: sus joyas fueron por expreso deseo suyo empleadas para hacer el precioso Corazón de la Virgen de los Dolores, poniéndolo por obra sus herederos D. José María Gallo y Begué, su viudo, y D. Francisco Padilla, su abuelo. En el testamento de Doña Amparo también se mandaba que se edificara un hospital para enfermos pobres o un asilo para ancianos desamparados.

Para realizar la última voluntad de Doña Amparo se constituyó una Junta de Patronato, compuesta por León Martínez Poyatos, Juan Pardo Navarro, Antonio Sánchez de Alcázar Ruiz y Francisco Font Navas.    


Aspecto parcial de la iglesia y parte de la entrada al colegio y residencia de ancianos

El día 7 de enero de 1917 la Reverenda Madre Trinidad, con la ayuda de la Rvda. Madre Clara, Vicaria General de la Congregación, fundaban nuestro asilo dándole el nombre de Nuestra Señora de los Desamparados. En los primeros años de esta institución se atendía a 60 ancianos, mujeres y hombres, pobres de solemnidad. Otra señora de Torredonjimeno, Doña Maria de Santamaría y Garbea impulsó, en paralelo, una escuela para niños y niñas, regida por las mismas hijas de Madre Petra que ya cuidaban a los ancianos: se empezaba de este modo el que hoy es nuestro Colegio de San José de la Montaña. 

Más tarde, D. Manuel Gutiérrez Ortega que sería alcalde de Torredonjimeno, durante la Dictadura del General Primo de Rivera (1924-1930) vino a sufragar con su propio dinero la construcción de la Iglesia-Capilla de San José de la Montaña, que se inauguraría el 30 de diciembre de 1930. Según Alfredo Ureña Uceda, la concepción arquitectónica que se plasmó es de un "eclecticismo entendido en sentido estricto como reinterpretación y combinación de estilos arquitectónicos historicistas, como son el neogótico, el neomudéjar y el neobarroco". El neomudéjar quedaría patente en la fachada y torre campanario, con ladrillo visto y cerámica vidriada; el neobarroco se mostraría en la cúpula que evoca la arquitectura barroca levantina y el neogótico en la estructuración interna del templo.

No queremos tampoco dejar de hacer constar que el generoso alcalde que con su dinero erigió la iglesia fue fusilado por los milicianos del Frente Popular en Mancha Real, canjeándose él mismo y voluntariamente por un compañero de prisión, padre de familia numerosa, que daba la coincidencia de tener el mismo nombre y apellidos que nuestro viejo alcalde; como San Maximiliano Kolbe haría años más tarde en un campo de concentración.

Por último, no quiero terminar estas notas sin señalar uno de los cabos sueltos que está por investigar. Cuando hace 17 años publicamos a título póstumo parte de las memorias de D. Juan Montijano Chica, leímos (y publicamos; hasta ese entonces estaba inédito) unos renglones que siempre nos han dejado con más ganas de saber sobre el particular. D. Juan Montijano había sido nombrado Capellán del Asilo de San José de la Montaña por el Obispo, desempeñando este ministerio desde el 1º de Enero de 1922 al 10 de Enero de 1925, su trato con la institución le posibilitó ser confesor de una joven que había sido trasladada al convento de San José de la Montaña. Nos lo cuenta D. Juan Montijano con estas palabras:

"Me cogió de lleno, durante casi dos años y medio, la estancia en el Asilo de una joven, Eudosia Pérez, natural de un pueblo de Burgos, que fue enviada al Asilo, por la Reverendísima Madre General, que conocía los fenómenos místicos de aquella joven extraordinaria, a la que yo dirigí durante mi estancia en el Asilo y, posteriormente, por medio de cartas.

Hago una pausa en este asunto porque los fenómenos místicos y virtudes heroicas de aquella joven, que después fue Religiosa de la misma Institución, fueron tan extraordinarios, y fui testigo de muchos de ellos, que me inclino a no decir nada de ello en este escrito sino escribirlo en documento aparte que tengo propósito de hacer".

No sabemos si D. Juan Montijano pudo escribir aquella relación que aquí expresa tener intención de hacer y con la que pudiera haber arrojado más luz sobre este asunto, testimoniando más al pormenor lo que en sus memorias apuntaba; si lo escribió, tampoco sabemos el paradero de ese documento, dada la dispersión de los papeles de D. Juan. Sí que sabemos, por tradición oral que nos transmitió el mismo D. Juan Montijano en persona, que esa mística burgalesa que vivió en la congregación tosiriana vino a vaticinar, al igual que Beato Diego José de Cádiz hiciera en Martos, que en un futuro, cierto día en que el pueblo estaría de fiesta y se oirían los cohetes estallar, vendrían al pueblo unas monjas cuya institución religiosa no estaba todavía fundada. Y, en efecto, el 26 de septiembre de 1987, Festividad de los Santos Patronos Cosme y Damián, las Reverendas Misioneras del Padre Nuestro recibían de manos de las  Religiosas Felipenses (que hasta el día lo habían regido) la Fundación Benéfico-Docente de Nuestra Señora del Pilar para atender niños, fundada por Doña María Gloria Gallo Fuentes en la calle Parras Bajas. La Obra de las Reverendas Misioneras del Padre Nuestro se había constituido el día de San Lucas de 1975 en Córdoba, fundada por Luisa de la Vega Llorente, María del Carmen Almagro Recio y María de la Piedad Sepúlveda Sáiz y el Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. José Antonio Infantes Florido, Obispo de Córdoba, les concedió el reconocimiento y aprobación de la Autoridad Eclesiástica el 18 de Octubre de 1981

El día que llegaron las Misioneras del Padre Nuestro era fiesta en Torredonjimeno: San Cosme y San Damián: que cada cual piense lo que quiera, pero eso es lo más parecido a lo que reveló la Madre Eudosia Pérez décadas y décadas antes, según testimonio de D. Juan Montijano.    


D. Manuel Gutiérrez Ortega, alcalde de Torredonjimeno, martirizado en Mancha Real en 1936
El próximo 16 de diciembre de 2017, la comunidad de Madres de la Residencia de Nuestra Señora de los Desamparados y del Colegio San José de la Montaña celebrarán con una Eucaristía estos cien años intensos de servicio a Dios y a la comunidad. Presidirá, Dios mediante, la Santa Misa de acción de gracias el Monseñor Amadeo Rodríguez, Obispo de Jaén.

Nosotros modestamente hemos querido reconocerles y agradecerles todo lo que en estos años han hecho por Torredonjimeno.



BIBLIOGRAFÍA:

Llácer de San José, María Virginia y Martín de San José, Blandina, "Sobre la piedra. Breve biografía de la Madre Petra de San José Pérez Florido. Fundadora de la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña", Valencia, 2001.

Martínez Rojas, Francisco Juan, "Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén", Obispado de Jaén, Jaén, 1999.

Revista DON LOPE DE SOSA, número del año 1918.

Ureña Uceda, Alfredo, "Patrimonio Arquitectónico y urbanismo en Torredonjimeno: desde los inicios de la Edad Moderna hasta la actualidad", Instituto de Estudios Giennenses, Diputación Provincial de Jaén, Jaén, 2008.

Gómez López, Luis y Fernández Espinosa, Manuel, "La Victoria. Revista de la Parroquia de Santa María", número 14, 1998.

Gómez López, Luis y Fernández Espinosa, Manuel, "La Victoria. Revista de la Parroquia de Santa María", número 15, 1998.

Montijano Chica, Juan, "Recuerdos de mi vida (1899-1925)", publicada en la Revista ÓRDAGO, número 4, Enero del año 2000. 

viernes, 11 de noviembre de 2016

EL FRAILE DE JÓDAR QUE FUE LA PESADILLA DE ERASMO DE RÓTERDAM


Erasmo de Róterdam


UNA AGRIA Y FEBRISCENTE POLÉMICA ENTRE HUMANISTAS


En su cumpleaños, a mi amiga Doña Pilar Badiola Aldarondo



Erasmo de Róterdam (1466-1536) ha pasado a la historia europea como poco menos que un adalid de la tolerancia y el buen sentido, sin embargo su actitud humana (y la de sus secuaces) dejaba mucho que desear por mucho que sea uno de los humanistas más sobresalientes de su época.

En España existió un movimiento erasmista, como puso de manifiesto el libro "Érasme et l'Espagne" de Marcel Bataillon (1937), pero si bien hubo erasmistas y hasta se alega como timbre de gloria, menos se sabe que también hubo una fuerte oposición al erasmismo y, en lo que concierne para nosotros los de Jaén, el timbre de gloria es que si hubo alguien que sacaba de quicio a Erasmo fue un paisano nuestro, el galduriense Fray Luis de Carvajal. Menéndez y Pelayo equivocó su naturaleza, llevado de la nombradía que la rama Carvajal adquirió en Extremadura: "Aunque Fray Luis de Carvajal se llama a sí mismo bético, su apellido induce a creer que era extremeño más bien que andaluz" -escribió D. Marcelino y con ello cometió uno de sus pocos errores.

Según Nicolás Antonio, aunque era heredero legítimo de los Marqueses de Carvajal Ossorio que tenían su señorío en Jódar, Fray Luis de Carvajal renunció a su patrimonio y se vistió con la piel seráfica de los hijos de San Francisco de Asís, conservando del esplendor de su linaje tan solo el escudo heráldico que ponía al frente de todos sus libros. Nació nuestro humanista en Jódar el año 1500 aproximadamente y se formó en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares, aquí estudió en el Colegio de San Pedro y San Pablo, fundado por el mismo Cisneros, y remató sus estudios en la Universidad de París, obteniendo el grado de Maestro para con él retornar a Salamanca allá por 1528.

Erasmo que vivía en un país muy distinto de la España reformada por Cisneros, atropellaba el honor de los frailes con sus dicterios, vilipendiando la corruptela de costumbres que podía afectar, bien es verdad, a los malos frailes que Erasmo estaba acostumbrado a ver en su país, pero en España eso sobraba: la ignorancia y los vicios habían sido erradicados con mano firme por la eficaz intervención reformadora de Cisneros y de sus continuadores. En 1528, Fray Luis de Carvajal, no soportando por más tiempo las injurias erasmistas a su orden religiosa reaccionó y lo hizo con su libro "Apologia monasticae religionis diluens nugas Erasmi", con él impugna los topicazos con que Erasmo vapuleaba a los frailes y que se convertirían en clichés anticlericales de todos los tiempos: que la vida religiosa era una falsa piadad, que eran incultos y glotones y que, para mayor morbo, pecaban de lujuriosos contra el voto de castidad que se habían comprometido a mantener.

La "Apolologia monasticae..." provocó en Erasmo una reacción inmediata: que un oscuro fraile de Jódar osara enmendarle la plana a él que se tenía como faro del humanismo europeo no tuvo que sentarle nada bien al de Róterdam y bien puede verse en los calificativos que le endosa a nuestro paisano: Frívolo, petulante, histrión, sobornado, juglar, bufón, estulto, deshonra de su Orden, Cacalalum, insolente..., aunque el nombre que le da y que más repite Erasmo contra Carvajal es el de "Pantalabus"; éste término peyorativo que le atribuye Erasmo a nuestro galduriense hay que ir a buscarlo en las sátiras del poeta latino Horacio que, con ese nombre, se refería a un parásito pedigüeño; probablemente Erasmo aludiera con ello a que el libro de Fray Luis de Carvajal había sido publicado, como era costumbre de la época, a expensas de un patrón que, en el caso de la "Apologia monasticae...", fue D. Lorenzo Suárez de Figueroa, Marqués de Priego. Erasmo no sólo realizó una réplica para defenderse y contraatacar al fraile giennense con un libelo titulado "Responsio adversus febricitantis cujusdam libellum" (lo de "febricitantis" era un chiste erasmista a costa de que fray Luis de Carvajal había admitido en su apología que la había escrito con fiebre por estar convalenciente), sino que plagó las cartas a sus amigos de toda Europa con furiosos anatemas contra Carvajal. Aunque no faltaron españoles que por afición a Erasmo le afearon al Carvajal su polémica con el gurú de Róterdam, la Orden franciscana cerró filas con él y quienes lo han estudiado a fondo afirman que se anticipó a sistematizaciones teológicas que cobraron mucha mayor fama que la suya, como las de Melchor Cano o Domingo Soto, sin poderle menoscabar el honor de ser Fray Luis de Carvajal la vanguardia de un escolasticismo humanista.

El nombre de Erasmo todavía es celebrado en todo el mundo y el de su oponente de Jódar apenas es conocido por un reducto de eruditos, sin embargo la figura de Fray Luis de Carvajal dista mucho de ser tan grotesca como se empeñó en fabricar, herido en su amor propio, ese Erasmo que tanto sectarismo y ojeriza rezumaba muy en detrimento de la imagen que el vulgo se hace de él. Nuestro fraile de Jódar asistió al Concilio de Trento, participando en los debates de la justificación, los Sacramentos y la Eucaristía. Visitó también, a instancias del ministro general de la Orden de frailes menores de San Francisco de Asís los conventos franciscanos alemanes y, tras sus andanzas por Europa, Fray Luis de Carvajal retorna a las Andalucías, para ser guardián del convento de Sevilla y ministro provincial de Andalucía. Vino a fallecer a Jódar en el mes de septiembre de 1552. 

El caso de Fray Luis de Carvajal es paradigmático, me explico: si la situación del clero durante el siglo XVI podía clamar a los cielos en Europa por la relajación de costumbres y, no lo olvidemos tampoco, por la adulteración doctrinal, en España eso no ocurría dado que, con antelación a la falsa reforma luterana, se había afrontado una auténtica y profunda reforma, de la mano del eminentísimo Cardenal Cisneros, ayudado por todos aquellos que con él trabajaron al unísono por sanear el clero español. Pues como afirmaba Menéndez y Pelayo: "La reforma llevada a cabo con tan incontrastable tesón por el antiguo guardián del convento de la Saceda [Fr. Francisco Ximénez de Cisneros] y el no haber en España relajación de doctrina, aunque sí de costumbres, es lo que nos salvó del protestantismo. El confundir a nuestros frailes, después de la reforma, con los frailes alemanes del tiempo de Erasmo, arguye la más crasa ignorancia de las cosas de España".

España no tuvo necesidad de protestantismo, dado que éste no era otra cosa que la corrupción doctrinal, la adulteración del cristianismo bajo la cobertura de una indignación, fingida y exagerada por la sofistería y la demagogia, contra la postración de las costumbres en el clero que mejor que nadie supieron corregir nuestros santos tridentinos.  

BIBLIOGRAFÍA

Menéndez y Pelayo, Marcelino, "Historia de los heterodoxos españoles".

Higueras Maldonado, Juan, "Humanistas giennenses (s. XIV-XVIII)", Universidad de Jaén. 

jueves, 13 de octubre de 2016

UN MISIONERO TOSIRIANO EN AMÉRICA





FRAY CRISTÓBAL LENDÍNEZ PORCUNA, MISIONERO Y FUNDADOR DE PUEBLOS

Manuel Fernández Espinosa

Ayer mismo, 12 de octubre, celebrábamos el día de la Hispanidad. Un buen modo de conmemorarlo nosotros será recordar las hazañas misioneras de un compatriota nuestro, tosiriano del siglo XVIII.

Pudiéramos decir que el siglo XVIII es el Siglo de Oro de Torredonjimeno. Es en este siglo cuando nuestro pueblo alcanza su punto álgido en cuanto a personalidades que descollaron en la política, la cultura, el ejército y la religión: D. Fernando María del Prado y Ruiz de Castro, fray Alejandro del Barco García, fray Juan Lendínez... son algunos de los hombres que han dejado su huella en la historia. Uno de ellos, tal vez menos conocido, fue el franciscano fray Cristóbal Lendínez, hijo de Cristóbal Lendínez y Francisca Porcuna, y hermano del historiador, también franciscano y tosiriano, más arriba mencionado fray Juan Lendínez que fue quien nos relató las peripecias de su hermano en América.

Cuenta su hermano Juan que su difunto progenitor, que era algo astrólogo, había vaticinado sobre su hijo Cristóbal que éste "...andaría mucho mundo". Huérfano de padre y madre, Cristóbal siguió la estela de su hermano mayor revistiéndose con la piel seráfica, como también se llama el hábito de San Francisco de Asís. Profesó en el convento franciscano de Córdoba en donde estudió Filosofía y Teología y, una vez en la ciudad de Jaén, se alistó a las misiones convocadas por Su Majestad D. Felipe V de España, con el propósito de evangelizar la Purísima Concepción de Piritu y Provincia de Cumana, en el antiguo reino del Perú (hoy Venezuela), cuando corría el año del Señor de 1737.

Antes de partir a la portuaria ciudad de Cádiz, donde embarcaría rumbo a las Américas, pasó fray Cristóbal por Torredonjimeno en compañía de su condiscípulo el porcunense fray Benito de Puentes; los dos jóvenes frailes no tenían ni veinte años de edad, y abandonaban familia y patria para exponer sus vidas en la propagación de la fe católica. Se despidió fray Cristóbal de sus muchos hermanos, "hablándonos con más expresiones de los ojos, que conceptos de los labios" -nos cuenta fray Juan Lendínez, y después del último abrazo, el tosiriano y el de Porcuna marcharon a Cádiz donde, por falta de navío y otros trastornos internacionales, tuvieron que esperar en tierra firme hasta que por fin pudieron embarcar en un navío holandés cuando corría el año de 1740. Surcaban el mar cuando los sorprendió un temporal tan descomunal que poco faltó para naufagar, por lo que muy dañado el buque se vieron forzados a desembarcar en Canarias y cambiar de embarcación. Otro barco holandés los llevaría a la isla de Puerto Rico y de allí pasaron a Nueva Barcelona donde aportaron en septiembre de 1742.

FUNDACIÓN DE SANTÍSIMO CRISTO DE PARIAGUÁN.

Una vez en Nueva Barcelona sus superiores destinan a fray Cristóbal Lendínez a un pueblo próximo al nacimiento del río Unarex (hoy río Unare), con la única compañía del Padre Henestrosa. El poblado del que se hicieron cargo era dos chozas bajo las que cobijaban unas cuarenta almas. Los dos religiosos españoles se abrieron paso entre la jungla, buscando -como el Buen Pastor a sus ovejas- a los indígenas que vivían en la espesura de la selva sin noticia de Cristo ni de la civilización. Después de adoctrinarlos y cristianarlos, el tosiriano fundó un pueblo de 276 vecinos (entre los que había españoles, indios palenques y caribes). El misionero tosiriano erigió la iglesia, trazó calles y levantó casas, nombrando alcalde de aquel pueblo a un indio llamado Pariaguán. Por el Cristo que colocaron en el altar de la iglesia y por el nombre del nativo que lo gobernó primero, se bautizó al pueblo con el nombre de Santísimo Cristo de Pariaguán.

Tanto añoraba fray Cristóbal su lejano Torredonjimeno natal que, haciendo las veces de "arquitecto" de la primitiva iglesia de Pariaguán, vino a reproducir en aquella iglesia americana las hechuras de la Iglesia Mayor de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno, labrando él mismo unas robustas columnas de madera que como las de nuestro templo de San Pedro sostuvieran la techumbre.

Más tarde, fray Cristóbal Lendínez y el P. Henestrosa fundaron otro pueblo en las llanuras del río Pao; este segundo pueblo llegó a tener doscientas familias de españoles e indios, y esta vez su templo fue dedicado a la Purísima Concepción de Santa María en memoria de la advocación de nuestra iglesia parroquial de Santa María de Torredonjimeno.

Pero no todo fue para los fundadores un camino de rosas. Tres veces intentaron destruir Pariaguán los indios que se obstinaban en seguir en la selva, pero no lo consiguieron y fray Cristóbal Lendínez incluso llegó a convertir a muchos de estos salvajes al catolicismo. El fraile tosiriano no sólo beneficiaba espiritualmente a los indígenas sino que, en tiempos de penuria, se quitaba el pan de la boca para que pudieran comer los pobres indios a los que enseñaba a cultivar y tejer ropa y vestido propios. En carta a su hermano fray Juan Lendínez, fray Cristábal escribió estas entrañables palabras: "Juan, dile a nuestra querida hermana María, que si quiere venirse a estas tierras, me ayudará a enseñar a veinte niñas indias, que tengo ahora a mi vista, cada cual con su costura."

PRELADO COMISARIO APOSTÓLICO

En 1769 fray Cristóbal Lendínez fue elegido Comisario in cápite de las misiones, y en 1771 es elegido Prelado Comisario Apostólico de las misiones del Perú, cargo que desempeñó durante un lustro. Muchas fueron las penalidades que atravesó el tosiriano pues algunos indios caribes, aliados de los holandeses, hacían todo lo posible por entorpecer y hostigar las misiones españolas, asesinando a los indios cristianizados y martirizando a los misioneros españoles. Pero, tenaz y con la fe puesta en Dios, logró el tosiriano poblar los yermos de Caura con las gentes de Arevato, Parava y Parime, arriesgando su vida en su incesante labor apostólica.

En carta de 14 de mayo de 1776 a su hermano fray Juan Lendínez que por esos entonces estaba en el Convento de San Francisco de Martos, escribió el misionero:

"He padecido en el establecimiento de las misiones al sur del Orinoco, lo que no puedo explicar, y sólo se pudiera vencer con el auxilio divino; pero no me admiro que todo el infierno se conjurase en darme que sentir, porque con haberse establecido en dicho tiempo las nuevas conversiones de la otra banda del río, en Caura, Arevato y otros sitios de infieles, es bastante para que el enemigo, sentido de que le quitaban su posesión de las almas, diera y haya dado tanta guerra, y a mí tanto que merecer. Pero todo lo he dado por bien empleado por ver hecha la causa de Dios."

Todo hace suponer que aquel tosiriano fundador de pueblos murió en América, rodeado por aquellos indios agradecidos que en justicia le llamaban su "Padrecito". En algún lugar de aquella nación hermana han de reposar los restos mortales del audaz misionero tosiriano.