sábado, 31 de diciembre de 2016

LA MEMORIA HISTÓRICA DE 1650 Y 1942

Pedro Rico, ejecutado injustamene en 1942


NO ES UNA FICCIÓN BORGIANA, ES UN CASO HISTÓRICO

Manuel Fernández Espinosa ("Aitzindari")


La reciente publicación del retrato de Pedro Rico Blanca (q.e.p.d.) me ha conducido a contar algunas cosas que podrán ser del interés de los lectores de nuestro blog. Lo que voy a contar fue para mí un hallazgo sorprendente y diría que providencial. Primero, fue encontrar los datos... Pero cuando reparé en la coincidencia del nombre y apellidos pensé si no era materia de uno de los relatos del genial Jorge Luis Borges. 

Voy a contar el caso, pues merece la pena por un justo ejercicio de memoria histórica que podemos remontar al siglo XVII.

En el año 2000 mi amigo Luis Gómez y yo trazábamos los artículos que conformarían el número 5 de nuestra revista local ÓRDAGO. Investigando en los archivos habíamos topado con una mención que nos pareció en extremo tan enigmática como sugerente. En un libro de primeros del siglo XIX pudimos leer: "y también a los que mueren por disposición de la Justicia (...) como consta de los muchos exemplares verificados en el año del tumulto que fue el de seiscientos y cinquenta". Aquello del "tumulto" era la primera vez que lo veíamos. Intuimos que ahí había una historia sin contar que merecía la pena trabajarla. En ese sentido, pensamos que la persona más competente para hacerlo no era otro que el historiador Francisco-José Téllez Anguita, sobradamente conocido por sus muchísimas aportaciones a nuestra historia. Hablando con Francisco-José Téllez nos confirmó que, en efecto, según sus investigaciones en los archivos municipales había constancia de un "tumulto" que tuvo como resultado el linchamiento del entonces alcalde Alonso Cobo. Téllez Anguita tenía suficientes datos como para hacer un artículo que publicamos en ÓRDAGO: "Un motín de subsistencia en el Torredonjimeno del siglo XVII". Por lo que se deducía del fragmento del siglo XIX la revuelta fue sofocada con dureza e incluso con la ejecución de algunos tosirianos. Faltaba saber quiénes eran y por eso Luis Gómez y yo nos volvimos a meter en los archivos parroquiales de San Pedro Apóstol y esa felicidad que posee al investigador se volvió a producir cuando felizmente dimos con el nombre de los ajusticiados el 10 de julio de 1650. Eran seis (subrayo lo de seis) y sus nombres eran:

Pedro Rico Martos

Benito Rabadán

Luis de Guevara

Juan Báez

Bartolomé de Ortega Fuenlabrada

y Bartolomé Sánchez.

Hasta aquí, todo bien. Lo que me produjo un escalofrío fue que, pasados los años, leyendo "La Guerra no acabó en el 39" de Luis Miguel Sánchez Tostado, pude ver por fin los nombres de los seis tosirianos ejecutados el 28 de octubre de 1942. Que los ejecutados en la plaza mayor de 1650 fuesen seis, ya era una coincidencia. Pero la coincidencia más sorprendente era encontrar que el nombre y apellido de Pedro Rico estaba en la lista de ejecutados de 1650 y el mismo nombre y apellido -Pedro Rico- volvía a repetirse en 1942. Lo llegué a comentar en alguna conferencia que otra sobre el asunto, nada más descubrirlo.

La historia de 1942 se la escuché a más de uno de mis mayores; ya había democracia y me lo contaban todavía con voz baja, no fuese que nos oyera alguien. Me lo contó, por ejemplo, mi vecino Cosme Moreno y sé que mi abuelo fue uno de los muchos vecinos que primero metieron en el Bar Regina, para luego llevarlos a ver los cadáveres: toda la gente que se hallaba en la plaza mayor ese día fue conducida al interior de los bares y algunos señoritos estaban en el balcón del ayuntamiento, asistiendo a la ejecución como quien va a los toros. D. Juan Montijano de la Chica fue el encargado de suministrar los últimos auxilios espirituales a los reos. Y Cosme Moreno decía que uno de aquellos antes de morir había gritado: "¡Viva el comunismo!" antes de segársele la vida: no lo sé, la verdad, pero eso fue lo que me contaron. Esa historia es sobradamente conocida en Torredonjimeno, estremece todavía que seis inocentes fuesen ejecutados. Los antecedentes de la ejecución pública de octubre de 1942 pueden encontrarse en que una partida del maquis había asesinado a D. José Calabrús, rico hacendado local. Pero se decidió dar un escarmiento a la población, haciéndole pagar a justos por pecadores, pues hay que destacar que -como todo el pueblo sabía- aquellos seis convecinos nuestros no tenían nada que ver, se dedicaban al estraperlo, sí: pero no habían matado al Calabrús.

Nos lo cuenta el nieto de D. Pedro Rico Blanca: "El 28 de octubre de 1942 el Juez Militar, teniente Jesús Cortés Cortés ordenó de forma sorprendente y aleatoria que seis de los catorce detenidos por estraperlo fueran conducidos desde la prisión provincial hasta la plaza del pueblo donde fueron fusilados en un acto público ejemplarizante que provocara el terror en la población izquierdista de Torredonjimeno, que fue obligada a circular ante los cadáveres después de escuchar los aplausos y vivas a España de las autoridades y derechistas del pueblo cuando estos desdichados cayeron acribillados siendo totalmente inocentes del crimen del que se les acusaba y después de sufrir durísimas torturas en la prisión provincial", así lo cuenta el nieto de uno de ellos, Pedro Rico Martos, en "28 de octubre de 1942. Un día negro en la historia de Torredonjimeno (Jaén)"

Luis Miguel Sánchez Tostado que ha estudiado exhaustivamente esa época pone de manifiesto que la medida, además de injusta y extrema, era poco frecuente: "La pretensión de organizar un acto de represalia ejemplarizante tras el asesinato de D. José Calabrús lo prueba el hecho de ser conducidos a su pueblo natal para ser ejecutados, algo verdaderamente inusual para los recluidos en la prisión provincial, pues los condenados a pena de muerte, independientemente del municipio de su naturaleza, fueron ejecutados en el cementerio de San Eufrasio de la capital. A ello hay que sumar la ausencia del requisito legal preceptivo de confirmación o conmutación por el Jefe de Estado para que la ejecución de la sentencia a la última pena pueda llevarse a efecto." ("La Guerra no acabó en el 39. Lucha guerrillera y resistencia republicana en la provincia de Jaén -1939-1952"; la letra negrita es mía).

Los ejecutados aquel día de 1942 fueron:

Pedro Rico Blanca

Francisco Cañada de la Cruz
 
Pedro Jaén Arquillos
 
Manuel Lozano Martos
 
Juan Pérez Aguilera
 
Juan José Gómez Hornos.

Seis en 1650 y seis en 1942. Y en los dos casos nos encontramos a un Pedro Rico. Si esta historia la hubiera conocido Jorge Luis Borges, ya digo, hubiera salido una de sus mágicas narraciones.

Los seis de 1942 yacen aún en el patio primero del cementerio de Torredonjimeno, en la fosa común con el Código 2308701 del Mapa de Fosas de las Víctimas de la Guerra Civil y la Posguerra de Andalucía, elaborado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Al margen del caso de las coincidencias nominales, es justo reivindicar la memoria de todos los caídos y más todavía cuando no derramaron sangre de nadie y la suya fue derramada, truncándoles la vida a ellos y a sus familias. En aquella conferencia que pronuncié sobre el asunto para un auditorio local reclamé -y ahora nuevamente lo hago- que sería un acierto que nuestra Plaza Mayor tuviera una lápida en memoria de los seis de 1650 y de los seis de 1942.

Perdonar, corresponde a las víctimas, es un derecho inalienable de ellas. Pero una comunidad no puede permitirse el lujo de olvidar a sus vecinos, caídos por el aparato represor de los poderes.


No quiero terminar sin agradecer a José Rico Teba, nieto de Pedro Rico Blanca, y a Antonio Rama Cámara, colaborador de ÓRDAGO, sus aportaciones escritas y gráficas.

Feliz Año 2017 a todos.
 

viernes, 16 de diciembre de 2016

SOBRE LOS VILLALTA DE TORREDONJIMENO: CUESTIONES PENDIENTES

Efigie de Gonzalo Fernández de Villalta, Caballerizo Mayor del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, en la Iglesia Parroquial Mayor de San Pedro Apóstol
 
 
Manuel Fernández Espinosa

 
DIEGO DE VILLALTA Y LA FUNDACIÓN MÍTICA DE LA HEGEMONÍA MARTEÑA
 
 
Aunque de un tiempo a esta parte el gran vacío de información que había sobre los Villalta en nuestra comarca ha sido paliado por excelentes trabajos (como son las páginas a los Villalta dedicadas por el investigador marteño D. Manuel López Molina, el genealogista D. Andrés Nicás o las que nosotros mismos hemos publicado en ÓRDAGO), lo cierto es que de nuestros Villalta todavía nos queda mucho que conocer.
 
En el plano cultural, la figura más prominente que dieron nuestros Villalta fue el humanista Diego de Villalta. Manuel López Molina estableció (sobre las bases de testimonios prestados por el mismo Diego de Villalta) que éste pudo nacer en los meses del año 1524 a 1525 aproximadamente y el mismo López Molina conjetura que sus años de infancia los pasó Diego de Villalta en Torredonjimeno. El reputado historiador marteño apunta que, tras su niñez, Diego saldría del Reino de Jaén, pudiéndosele localizar en Granada, Sevilla, Toledo, Madrid, El Escorial y creemos que no sería descabellado pensar que también pasara por Salamanca y Alcalá de Henares.
 
López Molina dice de Villalta que: "Pasados estos años [se refiere a su infancia], detectamos por primera vez su presencia en la Villa de Martos en el año 1550 y desde ese año hasta el final de su vida, en 1615, Diego de Villalta estuvo muy relacionado y metido en los asuntos más importantes que se desarrollaron en Martos, en donde residió en unas casas-principales en la calle de Gracia, cerca de la fuente la Villa, próximas a la parroquia de Santa Ana y San Amador". Creemos que es demasiado suponer que permaneciera, desde 1550 hasta el fin de sus días en Martos, sin moverse. Y prueba de ello las trae Andrés Nicás Moreno que resume la información que el mismo Diego de Villalta realizó el 29 de noviembre de 1599 en la villa de Torredonjimeno: en ese testimonio, Diego de Villalta refiere que se halló con su hermano D. Juan en la Batalla de Orán, bajo el mando del Conde de Alcaudete (suponemos que sería la del año 1563), contándonos que su hermano D. Juan cayó muerto allí y que él mismo fue capturado por los turcos, sufriendo cautiverio en Argel hasta que satisfizo su rescate, haciendo un desembolso de más de 600 ducados.
 
Según Juan Higueras Maldonado, nuestro Diego de Villata tuvo como maestro al cordobés Ambrosio de Morales (1513-1591) y en opinión de Higueras Maldonado, fueron las letras las que le ganaron y la carrera de las armas parece que no le atrajo. Estuvo al frente de cargos políticos de relevancia en la villa de Martos, pero en opinión de López Molina su carrera política resultó severamente perjudicada por el memorial de quejas que, en el año 1554, los vecinos de la villa de Martos presentaron a Carlos I, a través de Antonio Gutiérrez, a la sazón Síndico Personero: en dicho memorial iban las quejas de la vecindad por abusos y agravios cometidos por los regidores perpetuos marteños desde el año 1546 hasta el de 54 y, aunque Villalta no fuese denunciado por cometer estos desafueros, los cargos que ocupaba lo hacían cómplice por omisión y puede suponerse que este memorial supuso el truncamiento de su carrera política.
 
Entre los años 1579 y 1582, Diego de Villalta escribe su "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos". Este libro echa los cimientos de la fundación mítica de Martos, recurriendo -como era sólito en la época- a la mitografía grecorromana; aunque Villalta atiende a los descubrimientos arqueológicos de su época y exhibe un gran conocimiento de los clásicos, la antigua Tucci es vista como la ciudad de Hércules Líbico y también como la ciudad de Marte (los orígenes de Martos se sitúan así en una edad idealizada que le otorgan a la ciudad el prestigio que demandaba la mentalidad cultural de las elites de la época), pero no es el primero ni el único marteño que hace esto: recordemos que las páginas que Francisco Delicado dedica a Martos en su "Retrato de la Loçana andaluza..." (Venecia, 1528) ya mitologizaban sobre las visitas del dios Marte a la ciudad de la Peña. Delicado y Villalta fundan con sus relatos mitologizantes respectivos una ciudad de Martos que, con esos orígenes que le atribuyen, ejercerá sobre toda la comarca su preeminencia indiscutible. Y si Delicado se muestra en su "Lozana Andaluza" más fraternal para con Torredonjimeno, Villalta (aunque nacido aquí y tal vez por eso mismo) muestra a lo largo de su libro una cierta actitud desdeñosa por su villa natal. Así las cosas, habría que esperar a los humanistas tosirianos del siglo XVIII (el franciscano fray Juan Lendínez y el fraile mínimo fray Alejandro del Barco) para que Torredonjimeno, Jamilena, Higuera y Santiago de Calatrava, así como otras localidades de la comarca (Porcuna, Arjonilla, Arjona, etcétera) empiecen a tener una cierta voz en la comarca, refiriéndose los títulos de nobleza que pudieran esgrimirse para no ser ninguneados del todo por Martos.
 
Se sabe que, además de "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos", Villalta escribió "Vida de D. Pedro Girón, Maestre de Calatrava" y el "Tratado de las estatuas antiguas".
 
López Molina fecha la muerte de Diego de Villalta en 1615, por un documento en que el colector de la Iglesia Parroquial de Santa Marta de Martos requiere a uno de sus hijos, a Gerónimo de Villalta, que éste pague los gastos de su entierro. Por ello se deduce que la familia, aunque de antigua prosapia, tenía que estar pasando estrecheces económicas.
 
 
OTRAS INCÓGNITAS TODAVÍA POR RESOLVER ACERCA DE LOS VILLALTA
 
 
Además de las muchas lagunas que la biografía de Diego de Villalta presenta, decíamos al principio que, por mucho que sepamos de los Villalta, todavía quedan muchas líneas de investigación que están por desarrollar. En la confianza de que los investigadores jóvenes den de sí a estas, voy a presentar algunas de ellas.
 
LOS VILLALTAS EN GUERRAS DE BANDERÍAS:

El origen de los Villalta hay que remontarlo a su cuna en Aragón, como así nos lo previene el P. Barco; parece que la primera localidad giennense en que se asentaron estos aragoneses fue Iznatoraf, pasando de ella a Torredonjimeno y Martos y, más tarde, a Córdoba. El P. Barco dice sobre los Villalta andaluces que: "La calidad, y el valor de los famosos Villalta no se olvidará jamás en nuestras Andalucías, donde siempre existirá, para perpetua memoria, la Cañada que conserva el nombre de la matanza, por la que hicieron en ella los valerosos Villalta, de los Ibañez sus competidores". Podemos suponer que tuvo que ser alguna guerra de banderías, entablada por los Ibañez y los Villalta, pero aunque existe un topónimo en el mismo término de Torredonjimeno llamado así: "La Cañada de la Matanza", no estamos seguros de que sea el escenario de esa masacre que perpetraron los Villalta sobre los Ibañez, ni la fecha en que tuvo lugar este choque de clanes.
 


LA CABEZA DE ÁGUILA EN EL ESCUDO
 
Cuando la famosa Casa de la Torre, residencia multisecular de los Villalta, se vendió en la década de los 70 del siglo pasado y se procedió a la demolición del magnífico palacio (una de nuestras pérdidas más imperdonables), el buen alcalde D. Eugenio Martos tuvo la iniciativa de poner a buen recaudo la portada y balcón principales de esta casa palacio, trasladándolos a la parroquial de la Inmaculada Concepción de Santa María de Torredonjimeno que los acogió como elementos arquitectónicos y testimoniales de una magnificencia liquidada. El escudo que sobre esa puerta, trasplantada al muro parroquial, podemos ver, desde la acera de la placeta de Santa María, está mutilado; apenas es perceptible la amputación que sufrió en circunstancias que podemos imaginar. Cuando se trasladó el escudo todavía con el águila se estaba empezando la transición democrática y el águila de San Juan en el escudo nacional ya empezaba a ser políticamente incorrecta. Es muy probable que alguno destruyera la cabeza del águila del escudo de los Villalta, pensando -eso de pensar es un decir en estos casos- que se trataba del águila dirían que "franquista". Como puede comprobarse en fotografías de la portada en su ubicación original, el escudo tenía la cabeza de un águila. La respuesta se encuentra al menos esbozada en la "Cuadra Dorada" de la Casa de los Tiros de Granada.


CRISTÓBAL DE VILLALTA, HÉROE REPRESENTADO EN LA CUADRA DORADA

 
Allí, en la Casa de los Tiros granadina, hallamos la artística estancia llamada la "Cuadra Dorada" (también se la denomina "Cuadra de Oro"). Esta sala noble está exornada por pinturas murales y por un artesonado en el que se representan figuras y textos. Entre estas figuras encontramos una que, junto con su texto, es particularmente interesante para nuestras pesquisas. Entre reyes y héroes famosos de España, hallamos a "Cristóbal de Villata, español, entre otras muchas hazañas que hizo, doró el águila haciendo las hazañas que se requieren". ¿Quién era este Cristóbal de Villalta? ¿Cuáles fueron "las hazañas que se requieren"? Lo que no cabe la menor duda es que los Villalta de Torredonjimeno se sentían herederos de este Cristóbal de Villalta, dado que el escudo que labraron para su morada tosiriana llevó ese elemento heráldico del "águila" (hoy desaparecida, suponemos que por la incultura de alguno que confundió la cabeza aquilina del escudo de los Villalta con el águila de San Juan del escudo de España (que es de los Reyes Católicos y no, como creen los ignorantes, de Francisco Franco.)
 

 
LAS EFIGIES DE SAN PEDRO APÓSTOL


La factura de las efigies que podemos contemplar en el alfarje de la Cuadra Dorada granadina presentan una similitud muy pronunciada con los relieves que encontramos en el actual Baptisterio de la Iglesia Parroquial Mayor de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno y de los que mi amigo Luis Gómez López habló por vez primera en su artículo "Nuestra sede canónica (II) Los bajorrelieves de la Capilla del Cristo del Amor y Nuestra Señora de las Angustias" (publicado en la revista ENCUENTRO, nº XV, de la Hermandad y Cofradía de Hermanos Nazarenos de Jesús Preso y de Nuestra Señora del Rosario") y cuyas imágenes aquí reproducimos.
 
Creo que ha quedado suficientemente demostrado que, aunque han sido muchos y excelentes los trabajos que sobre los Villalta han visto la luz en las dos últimas décadas, todavía hay mucho que sacar a la luz, para interpretar y comprender, para mejor conocer nuestro pasado que, al igual que nuestro futuro, todavía está inédito. 
 
Efigie de antepasado mitificado, pendiente de ser idenficado
 


BIBLIOGRAFÍA:
 
 
López Molina, Manuel: "Aproximación histórica al humanista marteño Diego de Villalta", Boletín de Estudios Giennenses, nº 153 (Jaén, 1994)
 
 
Nicás Moreno, Andrés: "Heráldica y genealogía en el Reino de Jaén", Diputación Provincial de Jaén - Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 1997
 
 
Higueras Maldonado, Juan: "Humanistas giennenses (s. XIV-XVIII), Universidad de Jaén, Jaén, 1999
 
García Luján, José Antonio: "La Casa de los Tiro de Granada", Granada, 2006
 
 
Villata, Diego de: "Historia y Antigüedades de la Peña de Martos"
 
 
Delicado, Francisco: "Retrato de la Loçana Andaluza..."
 
 
Barco, Alejandro del: "Las colonias gemelas reintegradas..."
 
 
REVISTA ÓRDAGO: en especial, el artículo de Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa, "Nobleza tosiriano: el legado de la familia Villalta", nº 3, Torredonjimeno, 1999

jueves, 8 de diciembre de 2016

LA PRIMERA IGLESIA PARROQUIAL DEDICADA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Iglesia Parroquial de Santa María de la Inmaculada Concepción de Torredonjimeno,  


NUESTRA PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE TORREDONJIMENO



Manuel Fernández Espinosa



Una de las tradiciones que D. Juan Montijano de la Chica nos transmitía a cuantos tuvimos ocasión de compartir con él sus amenas y provechosas tertulias era que nuestra Sacra Iglesia Parroquial de Santa María de la Inmaculada Concepción era la primera iglesia parroquial que se erigió bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.
 
Este pueblo que tan poco hace por reclamar sus glorias pretéritas tiene esto olvidado y, por eso mismo, será entonces que otras iglesias parroquiales de España reclaman ser la primera en ostentar el título de la Inmaculada Concepción. Aprovechando hoy la Festividad de la Inmaculada Concepción he echado un vistazo por la red, a ver lo que se decía por "ahí".
 
Encontré que la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Huelva pasa por ser presuntamente el primer templo dedicado a la Inmaculada Concepción. Indagando sobre el asunto que nos concierne encontré que, según la documentación onubense, en mayo de 1505 un señor, por nombre llamado Cristóbal Dorantes, otorgó sus casas para que se levantara sobre el solar la segunda parroquia de Huelva, dedicándose a Nuestra Señora de la Concepción. Las obras de su edificación comenzaron en 1515, construyéndose en estilo gótico-mudéjar. Pero por ningún lado encontré la fecha de su consagración. Nadie discute el laudable propósito del Sr. Dorantes que porfió en titular la iglesia bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, pero en Torredonjimeno nos adelantamos a su piadoso propósito.
 
Según D. Alfredo Ureña Uceda, "la primera noticia constatada sobre la necesidad de la construcción de esta nueva iglesia para acoger a la creciente población tosiriana se remonta a 1490".
 
Así que, contando con la intención, será justo reivindicar que Torredonjimeno ya le llevaba 15 años de ventaja a Dorantes y a los onubenses y nos anticipamos a toda la Cristiandad. Las trazas del edificio de nuestro templo parroquial son mucho más antiguas que las del de Huelva. Nuestra iglesia se hizo en estilo tardogótico, con una participación más que probable de albañiles formados en las escuelas arquitectónicas de Europa: lo indican la factura de los nervios góticos, así como la apertura de la puerta mayor de la parroquia en la misma base de la torre campanario (elemento que podemos ver en la también gótica Iglesia Mayor de Ulm, Alemania) . Nuestra parroquia sería consagrada el 11 de octubre de 1529 por el teólogo tosiriano Sr. D. Diego de Calatayud, obispo dimisionario de las Islas Cícladas, que actuó en delegación del Obispo de Jaén de aquella fecha, D. Esteban Gabriel Cardenal Merino. 
 
De entre todos los bautizados en ésta parroquia nuestra destacan sobre todos, por su fama mundial, D. Pedro Cortés de Armenteros, Capitán de la Armada española en Nápoles, la madre del Almirante Oquendo y el General carlista D. Miguel Sancho Gómez Damas. 
 
Don Juan no sólo nos lo dijo por tradición oral, también lo escribió en su libro "Historia de la Ibérica Tosiria":
 
"Se da la circunstancia de que es la primera Iglesia Consagrada al misterio de la Inmaculada Concepción de María Santísima".
 
Muchos siglos antes de proclamarse el dogma de fe de la Inmaculada Concepción, definido en la bula "Ineffabilis Deus", de 8 de diciembre de 1854, lo mismo Torredonjimeno que Huelva pugnaban por extender la devoción con celo. Sabido es el litigio que se arrastró durante siglos a cuenta de la Inmaculada Concepción: los dominicos eran bastante reacios a proclamarla y sus más denodados defensores (tal el caso de Duns Scoto) fueron los franciscanos. En España prendió con un inusitado fervor el "inmaculismo" y por ello fuimos lós más acérrimos defensores de la Purísima Concepción.
 
Por eso, nuestro cronista franciscano del siglo XVIII, el Reverendo Padre. fray Juan Lendínez, todavía recordaba las coplas que en la villa se cantaban en loor de la Inmaculada Concepción, dejándonos estos cuatro versos de Miguel Cid (1550-1615), que son el testigo fiel de la adhesión incondicional de nuestros antepasados por este amabilísimo dogma:
 
 
TODO EL MUNDO EN GENERAL
A VOCES REYNA ESCOGIDA,
DIGA QUE SOIS CONCEBIDA
SIN PECADO ORIGINAL.