domingo, 26 de marzo de 2017

LOS GIGANTES Y CABEZUDOS TOSIRIANOS

Gigantes y Cabezudos de la Villa de Graus, 1959: fuente original aquí enlazada

LA ESCENIFICACIÓN MÍTICA DE NUESTRA RECONQUISTA

A la memoria de nuestra lectora Rosa María Cámara Valenzuela, 
que en paz descanse.



Manuel Fernández Espinosa


Entre nuestras tradiciones locales no puede pasarse por alto el desfile de Gigantes y Cabezudos, atracción festiva y pasacalles del que durante mucho tiempo se ha encargado la charanga de "Tintín y su Banda", animando las fiestas patronales de San Pedro Apóstol. Pero, siempre me he preguntado: ¿de dónde nos viene a nosotros esta fiesta? ¿qué se representa bajo la cobertura lúdica de este espectáculo callejero? Son cosas que, suele pasar, se olvidan y convienen recordar.

Se tiene constancia de la existencia de estos festejos en la Navarra del siglo XIII con los personajes de Pero-Suciales, Mari-Suciales y Jucef-Lacurari. También se documenta que en Barcelona, por el año 1424, ya pagaba el ayuntamiento de la Ciudad Condal sus respectivas facturas a los que salían por sus calles, bajo la armadura de "Els Gegants". La tradición por lo tanto cabe remontarla a la Edad Media. En Pamplona vino a configurarse tradicionalmente en ocho gigantes (cuatro parejas de rey y reina) y un séquito de cinco cabezudos, seis kilikis (que fingen "aporrear" a los niños) y seis zaldikos (mitad hombres, mitad caballos). En el Bilbao finisecular del XIX los Gigantes y Cabezudos también desfilaban por sus calles y el festejo no quedó sin ser glosado por D. Miguel de Unamuno; en Bilbao también había cuatro parejas gigantescas: el Rey y la Reina, el Rey Moro y la Reina Mora, D. Terencio y Doña Tomasa (burgueses) y el Aldeano y la Aldeana. En Aragón también se propagó tempranamente esta atracción festiva, en 1898, el compositor D. Manuel Fernández Caballero puso sobre las tablas la popular zarzuela "Gigantes y Cabezudos", en la cual canta la protagonista: "Los aragoneses somos Gigantes por nuestra fuerza de voluntad y Cabezudos por nuestra tozudez".

Está suficientemente estudiada la abundante presencia de Gigantes y Cabezudos en todas las tierras de la Península Ibérica y, como era frecuente, este espectáculo callejero también llegó a Hispanoamérica. Voy a ofrecer unas pinceladas sobre nuestros Gigantes y Cabezudos, tratando de descifrar su simbolismo.

Que los Gigantes y Cabezudos tosirianos hagan cada año su aparición pública por la Feria y Fiestas de San Pedro Apóstol no es una casualidad. Que se celebre en Torredonjimeno coincidiendo con San Pedro Apóstol, nuestro primer patrón, no es algo arbitrario, dado que, según tradición inmemorial, fue por el día de San Pedro cuando la población musulmana se rindió y los cristianos tomaron la fortaleza, parece que -todavía en el siglo XVIII, según información de Bernardo Espinalt- la reconquista del núcleo mahometano no fue en el caso de nuestra localidad sin lucha y que un infanzón escaló la muralla: era D. Ximeno de Arraia. Que los Gigantes y Cabezudos formen parte de los festejos públicos por la Feria de San Pedro Apóstol nos remite, por lo tanto, a la reconquista de nuestra localidad que, a partir de ese entonces pasaría a ser conocida como la Torre de Don Ximeno.

Teniendo en cuenta que en San Pedro Apóstol no sólo celebramos la fiesta religiosa, sino que conmemoramos nuestra liberación y, prácticamente, nuestra refundación como comunidad, el simbolismo que subyace a Gigantes y Cabezudos adquiere a esta luz unas notas que brevemente voy a comentar. 

En esta costumbre de los Gigantes y Cabezudos subyace un simbolismo ancestral. 

Los Gigantes -tradicionalmente Rey y Reina- representan, por su altura, la verticalidad de un orden primordial y sagrado que vence la anarquía de los enanos cabezudos, espíritus elementales ctónicos y caóticos, asimilables al inframundo, que deben ser sometidos.

Los Gigantes que en este tipo de pasacalles se representan tienen a sus espaldas más que una milenaria historia. En el poema de Gilgamés, el gigante Humbaba protege el jardín de Ishtar. Pero, aunque hay gigantes protectores de bienes, casi siempre se ha remarcado su sentido cosmogónico. En la mitología nórdica, por ejemplo, el gigante Ymir se durmió y de su axila, por exudación, brotó la pareja primordial. Los hermanos Odín, Vili y Ve mataron a Ymir: su sangre ahogó a los gigantes de la escarcha y con los despojos del cuerpo de Ymir se formó el mundo de Midgard (el mundo humano), así con la carne de Ymir se hizo la tierra, con su sangre los mares y con sus huesos las montañas y de su pelo brotó la raza de los enanos, cuatro de los cuales: las cuatro direcciones del espacio, sostenían el cielo. Como vemos, en la cosmogonía escandinava, el Gigante es la materia primordial de la que va saliendo todo lo demás. En Grecia tenemos a los Titanes que trataron de asaltar el Olimpo, siendo estrepitosamente derrotados por Zeus, también a los Cíclopes. En el Génesis veterotestamentario también nos los encontramos: son los "Nefilim" (los caídos), descendientes de una coyunda ilegítima entre los "hijos de Dios" y las "hijas de los hombres". Como podemos ver, están presentes en casi todas las mitologías, aunque dependiendo de la que se trate podemos ver resaltados bien su connotación terrorífica (y hasta demoníaca) o bien protectora y benefactora. 

En el caso de nuestros Gigantes y Cabezudos puede muy vagamente verse todo eso de mitologías tan remotas, más bien lo que llama la atención -debido al carácter originario del festejo que celebra la Reconquista- es que Rey y Reina, como Gigantes, cifran el orden primordial de quienes representan a la comunidad original que perdió su tierra, tras la invasión sarracena, y que, después, fuerte y unida, asistida por el Cielo, recobra su suelo, poniendo en fuga a los cabezudos. Cabe señalar también que los Cabezudos no sólo son "enanos" ante los gigantes por su menor tamaño, sino que lo que más destaca es su aspecto ridículo por el enorme tamaño de su cabeza. En los cabezudos cabe ver reminiscencias de los espíritus elementales de la tierra (ctónicos), representando el caos y la anarquía sobre la que los Gigantes (la verticalidad que remite al orden sagrado) ponen orden, espantándolos y venciéndoles. Algunos autores también han visto en los gigantescos Rey y Reina la figura (doblemente sexuada) de la Monarquía que se impone sobre los "cabezudos" que serían un trasunto de los señores nobiliarios revoltosos y levantiscos. Pero, tratándose la nuestra de una conmemoración que tiene como telón de fondo la reconquista, nos parece más ajustado asignar el papel de los Cabezudos a una traslación grotesca del mahometano reducido por los cristianos victoriosos, representados en su Rey y Reina.

Agradeceríamos mucho que aquellos vecinos que nos leen y tiene fotografías antiguas de nuestros Gigantes y Cabezudos locales, nos las hagan llegar.